Joan Vich, quien trabajó en el Festival Internacional de Benicassim desde su fundación en 1995 hasta 2019, ha publicado ‘Aquí vivía yo’ (Libros del K.O.), una suerte de memorias de sus 25 años trabajando en uno de los festivales de música más importantes de España en los que reúne anécdotas bastante curiosas.
Vich recuerda cómo empezó de camarero en el FIB y terminó siendo codirector, una fulgurante ‘carrera’ que le permitió estar muy cerca de algunos de los momentos más destacados de este certamen, que a lo largo de esos años reunió a estrellas internacionales como Bjork, Lou Reed o Amy Winehouse.
Por ejemplo, uno de los capítulos bajo el epígrafe de ‘Pedro’ recuerda el paso del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por el festival. Primero, el gerente musical se centra en una primera visita en 2016, cuando el por entonces candidato socialista «no pasaba por su momento de mayor popularidad».
«En 2016 se armó un considerable revuelo porque venía al festival el candidato socialista (…) Hay que decir que su atrevida elección de vestimenta tampoco ayudó mucho. Los vaqueros se podían entender, aunque no tuvieran un corte muy moderno. Pero aquella camiseta de manga larga ajustadísima, que le marcaba los pectorales con un estampado incomprensible –entre orientalismo, satánico y las pinturas negras de Goya–, ya había pasado de moda hacía por lo menos quince años», señala con humor Vich.
Dentro de esta visita, el autor explica que esa prenda «indescriptible» fue, «por encima de muchos» de los conciertos, «de lo más comentado de la noche», además del encuentro del candidato socialista con Andrea Levy en ese mismo FIB, cuando la política ‘popular’ «disfrutaba de un cierto prestigio hípster».
«¿ELVIS HA ABANDONADO YA EL EDIFICIO?»
Si bien el momento más conocido del paso de Sánchez por el FIB se produjo en 2018 –por la polémica generada del uso del Falcon en su desplazamiento junto a su mujer, Begoña Sánchez, que generó «ríos de tinta»–. Vich se centra en este caso no en el presidente del Gobierno, sino en una de sus personas de seguridad, al que denomina «señor X».
Tal y como recoge ‘Aquí vivía yo’, las altas exigencias de seguridad estuvieron en varios ocasiones a punto de llevar a suspender el concierto de The Killers –el uso de inhibidores de frecuencia podría afectar al sonido de los conciertos o un helicóptero de la policía a pocos metros del escenario que impedía escuchar al público–. «¿Elvis ha abandonado ya el edificio?», cuenta Vich que preguntó al señor X una vez finalizado el concierto ante el desconcierto del hombre de seguridad del presidente.
50.000 EUROS A AMY, 400.000 A DEPECHE MODE
En cualquier caso, este libro también detalla anécdotas jugosas en torno al mundo de la música y cómo ha cambiado desde que cuatro personas pusieron en marcha en un velódromo un festival casi amateur. Por ejemplo, la subida de cachés de algunos de los participantes respecto a primeras ediciones –en 2006 pagó el más alto en la historia del festival hasta ese momento: 400.000 euros a Depeche Mode, «una cantidad inmoral»–.
Para Amy Winehouse, contratada un año antes de su explosión comercial, el FIB hizo en 2006 una oferta de 20.000 euros pero sus agentes «ya veían que la cosa estaba creciendo y pidieron 50.000 euros». «No fue mal negocio, al año siguiente estaban cobrando ya 500.000 euros por conciertos», recuerda el autor.
LOS PLANETAS Y LOS PLANITOS
El libro recoge cómo fue cambiando de manos la propiedad del festival hasta pasar a extranjeros y la consiguiente pérdida de importancia en el cartel de los grupos españoles –uno de sus propietarios, Melvin Bell, tuvo un desencuentro por 4.000 euros con Los Planetas, grupo que «no tenía ni idea de quiénes eran y se pasaba todo el año llamándolos Los Planitos»–.
Con Oasis, uno de los habituales del FIB, también hay varios momentos hilarantes, aunque Vich destaca especialmente aquel en el que Liam Gallagher mandó parar su concierto porque alguien lanzó «un pescado maloliente» al escenario. «Os voy a decir una cosa: no tiréis putos pescados al escenarios, tíos. No pienso empezar a tocar mientras tengo un puto pescado muerto mirándome desde ahí», dijo entonces Gallagher.