Con motivo del reciente estreno de la serie Patria en HBO España y Telecinco he vuelto a leer algunas líneas de la novela original homónima (Tusquets Editores, 2016) y a repasar varias charlas de Fernando Aramburu, su autor, descubriendo en ambos casos nuevos matices. Suele ocurrir. El tiempo y la vida siempre aportan perspectivas más amplias y diversas a poco que uno se ocupe en exprimir su jugo, sin limitarse a tachar los días en el calendario como si el privilegio de estar vivo fuese una condena. Me ha conmovido comprobar cómo, en un evento cultural, hace ya tiempo, el filólogo donostiarra explicó que uno de los sentimientos que le impulsó a escribir la obra fue la compasión hacia las víctimas.
Es una gran noticia que en una sociedad en la que la excelencia es obligación existencial y el error tabú, un sentimiento tan noble como la compasión -que es mucho más que el “¡qué penita me da!”– sea la piedra angular de un gran fenómeno literario. Porque, tal vez, ha calado en nosotros la idea de que cuanto acontece en nuestra existencia es única y exclusivamente consecuencia de nuestras acciones y, por tanto, venturas y desventuras -ajenas y propias- son siempre merecidas. Y no es así. Aligerar el equipaje, liberarnos de la presión que supone sentirnos los únicos responsables de lo que nos sucede, es un ejercicio recomendable. Y, además, lo más saludable y realista ya que nadie puede controlarlo todo. Ese pequeño pero significativo matiz es lo que hace interesante despertarse cada día.
Por eso, la compasión, tener la capacidad no ya de empatizar con el dolor ajeno sino de vivirlo con el otro y -más aún- de sentirlo como propio es, sin lugar a duda, una virtud que conviene fortalecer. También la compasión con uno mismo. No entendida como autocomplacencia, sino más bien como la capacidad de perdonarnos -enfrentándonos a la realidad de nuestra pequeñez- por errores que nos cuesta asumir y que, probablemente, ya han sido disculpados por las personas agraviadas si es que las ha habido.
Precisamente coincidiendo con el citado estreno -día antes, día después- Miguel Aranguren me hizo llegar un hermoso texto escrito por un amigo suyo del cual pude extraer la idea clara de que en estos tiempos de tanta zozobra para muchos y en los que tan necesario es librar con los demás sus batallas, lo verdaderamente urgente es alimentar la esperanza.