Conocí a Antonio porque el director de la primera agencia de publicidad en la que empecé a trabajar era amigo suyo del cole. Antonio venía mucho por la oficina y siempre que le veía me parecía un tipo “muy majo”. Uno de esos actores famosos que te trata como a un igual. Incluso te hacía más caso del que creías que te correspondía.
Pasados los años, fuera ya de esa agencia, decidí emprender con una start up destinada a dar mayor visibilidad a los actores y actrices, sobre todo a los no representados. Esa empresa se llamaba VIBUK.
Tenía el móvil de Antonio de aquella época, habrían pasado ya unos 10 años desde que le había visto por última vez, y le llamé pensando que no me cogería el teléfono, o que si me lo cogía me daría largas. En realidad, yo solo quería conocer su opinión sobre mi nuevo proyecto. Antonio no solo me cogió el teléfono diciéndome que se acordaba perfectamente de mí, sino que además me invitó a su casa para que se lo contará en persona y despacito… Me quedé sorprendido por su brutal amabilidad y acogida.
Durante el primer año de vida de VIBUK me debí reunir con Antonio unas tres o cuatro veces más. El proyecto le parecía muy interesante y constantemente me decía que podía contar con él para lo que necesitara; consejos, dudas, contactos.
Un día, durante una de esas reuniones improvisadas para pedirle consejo, le dije «Antonio, creo que VIBUK sería mejor si un actor de prestigio fuera socio de la start up… ¿Se te ocurre algún nombre? Tiene que ser un actor que, además, tenga madera de emprendedor, que le guste arriesgar su dinero en proyectos de terceros y que sea un poco soñador. No vale cualquiera». Él me respondió que sí, que conocía a muchos de esos a los que les gustaba tener el dinero en su cuenta y, si acaso, invertir en algo inmobiliario o en operaciones sin riesgo… pero que esos no nos servirían.
Estuvimos escribiendo en una hoja nombres de potenciales “actores inversores” durante un buen rato, hasta que finalmente Antonio me miró a los ojos y me dijo «Oye, ¿y no has pensado en mí?». Yo le respondí «¿En ti? ¿Para qué?». A lo que me dijo algo así como «¡Melón!, para invertir en VIBUK, en tu proyecto!».
Me quedé helado. Quizá por haberle tenido tan cerca aconsejándome durante tanto tiempo no me había permitido en ningún momento pensar que, precisamente él, podía ser el socio ideal para aquel proyecto.
En ese momento empecé a conocer al otro Antonio, al inversor arriesgado que cree en las ideas, que confía en los amigos y que disfruta invirtiendo su dinero en otros proyectos, y más si son
proyectos relacionados con su profesión, y destinados a favorecer a los actores y actrices de este país.
Poco después de que Antonio entrara en VIBUK supe que había invertido casi a la vez en otro proyecto llamado YMAS, una empresa destinada a conectar las marcas con el mundo de la cultura. También supe que unos años atrás había invertido en la fundación de una agencia de publicidad que lanzaba un muy buen amigo suyo. Y así, me fui enterando de más proyectos en los que, o bien por una fuerte amistad, o bien por estar conectados con la cultura y el talento, Antonio se había jugado su dinero en ellas.
VIBUK falló. No conseguimos monetizar y tuvimos que cerrar, dejando a más de medio millón de actores y artistas alrededor del mundo sin esa ventana de visibilidad. Pero como cualquier emprendedor, cuando te caes, te levantas con más fuerza. Y así lo hice. Y así lo hicimos.
Un año más tarde estaba montando mi nueva aventura, CARMELA, una productora innovadora que hace ficción y entretenimiento para las marcas. Fue en una de esas comidas con Antonio cuando me preguntó por la recién nacida productora. De nuevo le gustó el proyecto y, sin importarle haber perdido su inversión anterior en VIBUK, me dijo «Si necesitas un socio, aquí me tienes». Y así es como Carmela pasó a estar participada por Antonio.
Y tampoco nos quedamos ahí. Recientemente contactó con nosotros el equipo fundador de MOBS, una start up española basada en San Francisco destinada a conectar el talento artístico con las personas a través de vídeos únicos y personalizados.
Montada por un magnífico equipo trabajando a caballo entre San Francisco y Barcelona, buscaban en Madrid a un partner para ayudarles, tanto en marketing como en la atracción de talento, y por supuesto, les pareció clave la experiencia que acumulamos en VIBUK tanto Antonio como yo. Nuestro fracaso les parecía de los más valioso… cosas de nacer a caballo entre USA y España, donde los fracasos se valoran tanto o más que los éxitos.
Además de poner foco en el talento y en apoyar al sector de la cultura, MOBS tiene un marcado componente solidario y social. El talento —actores y actrices, cómicos, músicos, magos, deportistas…— puede cobrar como ayuda a su carrera profesional (el sector de la cultura puede ser muy precario) o donar parte o todos sus ingresos a causas sociales, ONGs y fundaciones como la Fundación AISGE que tiene un programa de ayuda a los más desfavorecidos del gremio. Esta fue una de las razones que más convencieron a Antonio desde el principio. Y ¡voilá! Así es como Antonio se convirtió en socios de MOBS.
Han sido muchos los proyectos emprendedores que he lanzado, y son muchos los inversores que he conocido, pero si me tuviera que quedar con uno, ese sería Antonio Resines “el actor”, y además inversor, …pero inversor de esos que molan, de esos con los que te apetece compartir proyectos, cañas, comidas y lo que se tercie, porque Antonio es uno de los grandes, en todos los sentidos.