La Economía Social y Solidaria (ESS), un modelo económico que representa más de un 10% del PIB español, favorece la empleabilidad de la mujer ya que un 64% de sus trabajadores son mujeres, según REAS Red de Redes, que ha presentado una investigación en el marco del Día Internacional de la Mujer que se celebra este 8 de Marzo.
Estos resultados confirman la tendencia ascendente del informe del año pasado, donde el porcentaje de mujeres que trabajaba en la Economía social se situaba en 63,05%, por encima del 46,2% que se incorporan a la economía tradicional.
Por ello, el estudio ‘Las mujeres en la Economía Social y Solidaria. Perfil de competencias y necesidades de formación para incrementar y visibilizar su liderazgo’ identifica aquellas competencias en las que las mujeres tienen mayores márgenes de aprendizaje y mejora, y aquellas que requieren visibilidad, promoción e impulso para lograr un estilo de liderazgo propio.
Así, incide en la importancia del diseño del perfil competencial de mujer de la ESS, así como el papel del entorno y el clima laboral pues, según el estudio, la ESS envuelve a las mujeres con condiciones laborales significativamente más igualitarias y un clima laboral mucho más considerado y respetuoso que lo hace la economía convencional.
El documento también pone el foco en la diversidad al afirmar que la incorporación de la diversidad socioeconómica y cultural en sus estructuras es uno de los retos más prioritarios del entorno laboral de la ESS y cree que resolverlo puede traer grandes beneficios para el sector, tales como, diversificar la oferta de sus productos y servicios, cerrar la cadena de producción internamente, incorporar nuevos perfiles competenciales e innovar.
El estudio señala que la equidad es otro de los principales valores de la ESS por lo que pide esfuerzos para que el entorno laboral ofrezca a sus partícipes oportunidades justas. Para ello, ve necesario fomentar la coexistencia más proporcionada y consonancia de diferentes estilos de liderazgo, visibilizando las cualidades del liderazgo femenino, fortaleciendo las competencias a través de la formación, implementando estrategias específicas y transformándose desde sus estructuras.
El liderazgo femenino es otra cuestión que aborda el estudio, que precisa que las mujeres cooperan, cuidan, democratizan y humanizan los procesos. Simultáneamente, cierran los círculos atendiendo los aspectos empresariales cuya importancia reconocen y gestionando situaciones complejas si se precisa, siempre buscando el punto de equilibrio entre los valores y los aspectos empresariales. Sin embargo, lamenta que este liderazgo femenino no tiene entre sus objetivos prioritarios la visibilidad, por lo que frecuentemente permanece en la sombra.
Para los autores del informe, potenciar no sólo el liderazgo femenino en sí, sino también la replicación de su estilo entre otras identidades de género puede traer muchos beneficios a las organizaciones. Esto se puede lograr tratando el tema de manera holística, diseñando formaciones que directa e indirectamente contribuyan a cubrir esta necesidad.
En cuanto a la formación, creen que se deben encontrar las fórmulas para incrustarse en el trabajo de día a día de las personas, para ofrecer acompañamiento basado en continuidad y resolución de problemas reales, para que los conocimientos apliquen en la práctica, para proponer contenido hecho a medida y formatos no obsoletos, además de generar nuevos espacios para fomentar la adquisición de las competencias. Los formadores tienen que entender los principios de la ESS y los contenidos tienen que ajustarse a estos valores.
Por último, además de fortalecer las competencias de las mujeres, para una mayor igualdad de género, añade que también los hombres deben formarse pues, además de adquirir las competencias características del estilo de liderazgo femenino, deben fortalecer las actitudes que apoyen lograr una mayor visibilidad de la labor de las mujeres; fomentar de forma proactiva y deliberada su participación.
Por todo ello concluyen que la singularidad competencial de la mujer puede suponer un recurso competitivo importante en el proceso emprendedor, y en general, del modelo económico actual, incorporando y potenciando nuevas formas de liderazgo que fomenten la equidad de género y otras formas más sociales y sostenibles de hacer empresa.
PERFIL DE LA EMPRENDEDORA EN COVID
Por otro lado, MicroBank, el banco social de Caixabank, apoyó a un total de 8.522 mujeres el año 2020, marcado por la pandemia de la Covid-19. Según un estudio realizado por la entidad en colaboración con Stone Soup Consulting, las mujeres representan el 33% del total de emprendedores y su perfil mayoritario en el año de la Covid-19 responde al de una mujer de entre 36 y 49 años de edad (43%), con estudios de Formación Profesional (34%), en busca de una oportunidad de negocio (42%) y enfocada al comercio minorista (30%).
Por edades, el segundo colectivo más numeroso es de las mujeres de entre 26 y 35 años (26%), aunque destaca el grupo de mujeres con edades comprendidas entre 50 y 64 años, que representan el 22%, muy por encima del 8% que suponen las mujeres menores de 25 años.
Según el nivel de estudios, el 26% de las beneficiarias de microcréditos de MicroBank tenía una carrera universitaria, el 22% había cursado la Educación Obligatoria y el 16%, Bachillerato.
El informe revela los sectores predilectos para emprender por parte de las mujeres, en los que destacan el comercio minorista (30%), la hostelería y restauración (23%) y los negocios de peluquería y estética (20%).
Entre las principales motivaciones que las mujeres esgrimen para emprender destaca el hecho de ver una clara oportunidad de negocio (42%), el deseo de ganar independencia y ser sus propias jefas (25%) y la vocación (13%). Por otro lado, las mujeres son más proclives que los hombres a solicitar un microcrédito para la apertura de un negocio, con un 48% frente a un 26%.