La Comisión Europea calcula que la economía española crecerá un 2,2% en 2023, lo que supone una mejora de tres décimas con respecto al 1,9% del pronóstico de primavera y se sitúa también por encima de las previsiones tanto de la eurozona como del conjunto de la Unión Europea, ambas con un pronóstico de crecimiento del 0,8%, y que implica un descenso, respectivamente, de tres y dos décimas respecto a las predicciones de mayo.
España lidera así la previsión de crecimiento en 2023 de las seis mayores economías de la UE, entre las que figura junto a Alemania (-0,4%), Francia (1%), Italia (0,9%), Países Bajos (0,5%) y Polonia (0,5%).
No obstante, en 2024 se espera que el crecimiento real del PIB español se modere hasta el 1,9%, frente al 2% previsto en primavera, una ralentización que Bruselas atribuye al debilitamiento de la actividad económica prevista para finales del actual ejercicio, que se prolongará al menos hasta el primer semestre de 2024. La previsión revisa a la baja el crecimiento de la economía de la UE del 1,7% previsto en primavera al 1,4%, así como el de la zona euro, que baja del 1,6% al 1,3% en 2024.
El Ejecutivo comunitario pronostica también una reducción de la inflación española hasta el 3,6% para el presente ejercicio, cuatro décimas por debajo del descenso augurado en mayo para 2023, mientras que sube dos décimas la previsión de reducción, hasta el 2,9% para 2024.
Esta cifra se sitúa, además, muy por debajo del pronóstico comunitario de inflación, que se prevé que se sitúe en el 6,5% en toda la Unión Europea para 2023 –frente a la anterior previsión del 6,7%– y descienda hasta el 3,2% en 2024, también una décima por debajo de las previsiones de mayo.
En lo que respecta a la eurozona, la inflación se ha revisado a la baja para 2023 con respecto a la primavera, pasando del 5,8% al 5,6% para 2023, pero aumenta una décima y sube al 2,9% para 2024.
Esta nueva desaceleración se prevé a pesar de la presión al alza derivada de la esperada desaparición gradual de las medidas gubernamentales aplicadas para mitigar el impacto de los elevados precios de la energía.
De forma más gradual disminuirá la inflación subyacente, que excluye la energía y los alimentos, ya que la repercusión de los elevados precios persistirá durante el primer semestre de 2023.
Los servicios comunitarios han explicado que el retraso de las previsiones económicas de verano, que habitualmente se publican en el mes de julio, permite tener en cuenta los datos clave publicados durante el verano, incluida la información sobre el crecimiento del PIB real en el tercer trimestre y la inflación en agosto a fin ofrecer una imagen más precisa de la situación y las perspectivas económicas de cara al otoño.