El Inter de Milán se clasificó este martes para jugar la final de la Liga de Campeones gracias a su triunfo por 1-0 contra el AC Milan, en la vuelta de una semifinal entre vecinos y en la que el 0-2 de la ida ya era determinante en favor del equipo ‘nerazzurro’, que 13 años después volverá a pelear por ser campeón de Europa.
El Estadio Giuseppe Meazza, pero ahora con el Inter ejerciendo de local, vivió otro llenazo en las gradas para un segundo envite más tenso que el partido de la semana pasada. Si en aquella ocasión el tremendo inicio interista había cuajado en dos dianas, esta vez no hubo premio al fulgurante intercambio de golpes.
En el minuto 5, avisó el Milan con un zurdazo lejano por mediación de Theo Hernández y que se marchó por encima del travesaño. Luego fue su compañero Brahim Díaz quien ejecutó un disparo raso muy centrado, en una ocasión clarísima, a pase de Sandro Tonali desde la banda izquierda tras haber apurado la línea de fondo.
Respondió el Inter de inmediato con un tiro potente de Nicolò Barella y que repelió el guardameta rival Mike Maignan, aunque la acción quedó invalidada porque Edin Dzeko estaba en situación previa de fuera de juego. Se vivió entonces una pequeña tregua, rota en el minuto 38 con un jugadón individual de Rafael Leão por el costado izquierdo del área.
El espigado ariete portugués, ausente en la ida, era la gran esperanza de la escuadra ‘rossonera’ para intentar la remontada. Y sin demasiado protagonismo hasta esta ocasión cercana al descanso, su jugada bien pudo cambiar el curso de la semifinal. Tras un caracoleo sobre el defensa, culminó con un tiro raso y cruzado, que rozó el poste.
Al siguiente minuto, el interista Hakan Çalhanoglu sacó una falta lateral y Dzeko peinó el balón de manera oportuna, obligando a otra gran parada de Maignan. Se desperezaba con ello el equipo local, que a continuación generó más peligro con un zurdazo muy alto de Lautaro Martínez, quien ya empezaba a carburar.
LUKAKU EMERGE Y LAUTARO SENTENCIA
No obstante, la llegada del descanso paró en seco el entusiasmo de Lautaro y de sus compañeros, que en el segundo tiempo se dedicaron a contemporizar. La poca mordiente de sus adversarios le permitían ese lujo, a tenor de los dos goles de ventaja que el conjunto entrenado por Simone Inzaghi tenía en su buchaca desde la ida.
En las filas de enfrente, el técnico Stefano Pioli no dio con la tecla con sus sustituciones. Los relevos de Junior Messias y de Brahim Díaz no surtieron efecto, así que el ritmo plomizo se apoderó del encuentro hasta que Lautaro abrió el marcador. Todo había partido de un movimiento de Romelu Lukaku digno de fútbol sala.
Habiendo salido al campo mediada la segunda parte junto a Robin Gosens, el delantero belga controló al alimón con el defensa alemán un balón suelto en el área grande. Tras un par de pisaditas, Lukaku asistió con un pase filtrado al ’10’ del Inter; éste, en el lado izquierdo del área pequeña, efectuó un disparo certero con su bota zurda.
Superó de tal modo a un Maignan resignado a la evidencia, con mucho trabajo por delante. Ese tanto anestesió el partido, sin nada relevante en los compases finales, y certificó la victoria ‘nerazzurra’ por un 3-0 en el global de una eliminatoria que le brindó el billete a la final. Y en esa cita en Estambul, el Inter querrá resplandecer 13 años después.
Contra el vencedor de la eliminatoria entre Manchester City y Real Madrid, cuyo encuentro de ida terminó con un 1-1 de muchos quilates, el club ‘nerazzurro’ buscará conquistar su cuarto título de campeón de Europa. Eso sí, en la caótica capital de Turquía por su lado europeo ya no estará el carismático José Mourinho para envalentonar a los suyos.