Las autoridades chinas han declarado la guerra al contenido de redes sociales que se considera «riqueza alarmante», en medio de llamamientos radicales del presidente chino, Xi Jinping, para combatir la desigualdad.
Mientras Xi se posiciona para un tercer mandato, se ha presentado como un hombre del pueblo, liderando una campaña contra intereses arraigados.
Los reguladores financieros han tomado medidas enérgicas contra los gigantes tecnológicos del país, obteniendo promesas de lealtad y cuantiosas donaciones. Se ha detenido a magnates por acusaciones de corrupción. Y en línea, las autoridades han ordenado a las plataformas de redes sociales que eliminen los videos enormemente populares que dejan en claro la brecha entre los que tienen y los que no tienen.
«Fortaleceremos nuestra gestión y aumentaremos el poder de nuestra represión, para que las plataformas de Internet sientan que hay una espada sobre sus cabezas», dijo Zhang Yongjun, un alto funcionario de la administración del ciberespacio de China, en una conferencia de prensa este año.
No existe una definición clara de lo que constituye ostentación o riqueza, aunque los funcionarios han presentado algunos ejemplos específicos, como mostrar recibos o pedir comida en exceso.
«El estándar es el efecto que tiene el contenido», dijo Zhang. “¿Puede la difusión de este contenido inspirar a las personas a ser saludables, ambiciosas y a trabajar más duro por una vida hermosa? ¿O satisface los deseos vulgares de la gente?»
Douyin, la plataforma de videos, dijo este año que había cerrado alrededor de 4 mil cuentas en dos meses, incluidas las que publicaban videos de personas «esparciendo renminbi». Xiaohongshu, una aplicación de estilo de vida similar a Instagram, anunció el mes pasado que había marcado cerca de 9 mil publicaciones que hacen alarde de la riqueza de mayo a octubre.
La desigualdad en China es enorme. El uno por ciento de los chinos posee el 31% de la riqueza del país, según Credit Suisse Research Institute. La pandemia de coronavirus expuso aún más las disparidades, ya que los ricos volvieron al gasto de lujo mientras otros chinos seguían luchando.
Aún así, a pesar de la fuerte retórica del gobierno, no está claro cómo y con qué rigor se está aplicando la campaña contra el alarde de riqueza.