A todo el mundo se le han pasado los plátanos maduros de casa, el limón de la nevera, el aguacate o las fresas. Este desperdicio no sería una catástrofe salvo porque a los grandes exportadores o importadores de comida les sucede exactamente lo mismo, con la diferencia de que a ellos les ocurre a escala masiva.
Las grandes empresas de alimentación pierden millones de toneladas al año, porque tienen operaciones logísticas complejas en las que tienen que llevar piñas desde Costa Rica o desde Filipinas hasta el supermercado del barrio. Es un ejemplo entre miles, pero sirve para hacerse una idea de lo sofisticada que es la cadena de suministro. El traslado de la comida perecedera es complejo y exige que muchas cosas salgan bien. Requiere, por ejemplo, que haya coordinación entre muchas partes de la cadena logística, que no se produzcan retrasos o imprevistos, que la temperatura del producto se mantenga estable a unos grados concretos, que no haya golpes de la mercancía ni picos de humedad y un sinfín de cosas más.
Es ahí, gracias al rápido avance de la tecnología, donde la joven empresa CLCircular propone un novedoso sistema para ayudar a los exportadores y evitar que miles de toneladas de producto se desperdicien.
Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), más de 1.300 millones de toneladas de comida se desperdician anualmente en todo el mundo. Lo sorprendente del dato es que esta comida desperdiciada no proviene únicamente de los hogares, sino que gran parte de ese volumen se pierde en la cadena de suministro, durante las operaciones logísticas, principalmente por la falta de información.
Tras conocer la magnitud del problema, la start-up nacida en España CLCircular comenzó a desarrollar, en 2019, un novedoso sistema para luchar contra el desperdicio alimentario y esa falta de información a lo largo de la cadena. El objetivo principal era reducir las mermas de comida, digitalizando los procesos logísticos que se dan desde la colecta de los productos hasta la mesa del consumidor.
Para lograr tal fin, la start-up vasca alquila al usuario pequeños sensores IoT que viajan junto a las cajas de comida en contenedores marítimos, camiones o aviones. Esos pequeños sensores envían información recopilada con monitorización en tiempo real a una plataforma en la nube con los factores que pueden influir negativamente en los alimentos durante su traslado. Controlan, en todo momento, la temperatura, humedad, posición, golpes y aperturas de puertas, etc.
Sistema puntero y modelo de negocio sostenible
Independientemente del factor novedoso y el componente tecnológico, la particularidad de CLCircular no reside en su producto, sino en su modelo de negocio. Desde la compañía, apuestan por un modelo de economía circular y han desarrollado un know-how muy valioso para recuperar y reutilizar todos los sensores tras su uso. Esta reutilización les permite trabajar con costes muy pequeños que permiten que los clientes accedan a una tecnología puntera a un coste razonable.
Es así como los clientes de CLCircular, mayoritariamente exportadores o importadores de productos delicados, logran un control total de sus productos y reciben alertas si ocurre cualquier incidencia durante el trayecto.
El sistema ha demostrado ser un éxito y la compañía ya ha abierto delegaciones propias en 8 países diferentes. Actualmente, la empresa busca seguir expandiéndose rápido y, para ampliar su presencia en nuevos mercados internacionales, ya ha abierto la puerta a inversores que quieran formar parte del proyecto. En este momento, la compañía está buscando una financiación en torno a 500.000 y 1 millón de euros. Para cualquier consulta, se puede contactar con ellos a través de su web en www.clcircular.com.