En estos días, comienza en las provincias de Sevilla, fundamentalmente, Córdoba, Cádiz y Huelva la campaña andaluza de recolección de patata nueva temprana que, junto a la recolectada en el campo de Cartagena, es la primera patata europea que llega en volúmenes significativos a los mercados, para suplir la oferta de patata de conservación, de origen francés en muy alto porcentaje. Las fuertes heladas acaecidas en toda Europa en las últimas semanas van a tener efecto sobre el comienzo de las recolecciones en estos países europeos, por lo que se espera que el periodo de exportación de la patata se pueda retrasar unos días y se alargue la campaña. Hay que tener en cuenta que un 70% de la patata andaluza se comercializa en los mercados europeos, siendo Alemania el principal mercado.
Los productores y empresas comercializadoras de patatas andaluces, agrupados en Asociafruit (Asociación de Empresas Productoras y Exportadoras de Frutas y Hortalizas de Andalucía), que aglutina al 80% de las empresas productoras y comercializadoras de patata de la región, llevan años alertando de “la necesidad de concienciar a la población sobre las bondades de la patata nueva frente a la patata de conservación, que se importa mayoritariamente de Francia, y cuyas propiedades gastronómicas y culinarias son inferiores, además de no ser adecuada para la fritura”, en palabras de Marco Román, presidente de esta sectorial de la asociación.
Este año, al igual que en años anteriores, el sector pondrá en marcha acciones de promoción, con el apoyo de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, para informar al consumidor de las cualidades de la patata nueva andaluza: sabor, frescura, proximidad, etc. Se emitirán cuñas de radio en Canal Sur, y se activarán perfiles, que se mantendrán activos todo el año, en las redes sociales. Además, se realizará una campaña en prensa, y se activará una página web específica con información y noticias de la patata nueva temprana.
Según datos oficiales de la Consejería, son unas 4.000 hectáreas las que se cultivan de patata nueva en la provincia de Sevilla, de las que 1.000 están en el municipio de La Rinconada. También se cultivan patatas nuevas en las provincias de Cádiz, Huelva, Málaga y Córdoba, hasta rozar las 7.000 hectáreas.
El cultivo de la patata en Andalucía, y en toda España en proporciones similares, ha sufrido una importantísima reducción en los últimos 25 años. Se ha pasado de las 257.000 hectáreas de cultivo registradas en España en 1992, a las 60.000 actuales, lo que supone una reducción del 77%. En el caso de Andalucía, de 23.500 hectáreas cultivadas en 2004, apenas sobrepasamos hoy las 9.000 hectáreas. Esta reducción de la producción tiene una consecuencia directa sobre el volumen de empleo. Así, esta caída de la superficie cultivada supone una pérdida -sólo en empleos directos- del equivalente a más de 33.000 puestos de trabajo fijos en los últimos 25 años.
La disminución de la producción española se ha compensado con un incremento en la misma proporción de las compras a Francia de patata de conservación. La prohibición por parte de la UE del uso de la sustancia activa clorprofam- CIPC- como antigerminante necesario para la conservación en cámaras, y la menor eficacia y mayor coste de las alternativas técnicas actualmente disponibles, deben favorecer un cambio en esta tendencia. “El cambio de orientación de las grandes cadenas de distribución, que están apostando en los últimos años por la patata nueva, fresca y de proximidad, y el argumento anterior del CIPC, son factores que juegan a favor de la patata nueva, y que deberían favorecer una nueva expansión de este cultivo, en Andalucía, y en España”, según explica Marcos Román.
Desde Asociafruit se viene reclamando a la Consejería de Agricultura y al Ministerio la incorporación de la patata, como un cultivo más -en aplicación de un principio de igualdad y no distorsión de la competencia- a las ayudas que se establezcan en la nueva PAC que entrará en vigor el próximo 1 de enero de 2023. A estos efectos, exige su incorporación a los pagos directos, como lo van a hacer el resto de frutas y hortalizas, y la aplicación de un régimen de intervención sectorial, que permita, al igual que también sucede en frutas y hortalizas, la constitución de organizaciones de productores y poder disponer de la herramienta de los fondos operativos para financiar las inversiones que el sector necesita acometer en los próximos años. Estas inversiones serán imprescindibles para hacer frente a la cada vez mayor competencia en los mercados europeos de países como Egipto, que viene incrementando volúmenes año tras año.