Olga Barroso Braojos es psicóloga, y con una amplia experiencia en atención a mujeres supervivientes del maltrato en la pareja. La entrevistamos porque en su reciente libro, ‘El amor no maltrata’ (Shackleton Books), trata precisamente la violencia contra la pareja en las primeras relaciones afectivas.
Según reconoce en una entrevista con Infosalus, hoy en día es frecuente el maltrato en esas primeras relaciones de pareja adolescentes. Surgen numerosas preguntas en torno al tema, ¿cómo un menor puede convertirse en un maltratador?¿Necesariamente ha vivido previamente en un entorno de violencia machista?¿Cuáles son esas señales de alarma? Le preguntamos por todos estos asuntos a esta referente.
En primer lugar, quiere dejar claro que no por haber estado expuesto a la violencia de tu padre hacia tu madre en tu infancia necesariamente tienes que convertirte en un maltratador. Obviamente sí advierte de que esto genera una serie de heridas profundas y de dificultades para aprender a relacionarse con una pareja de manera sana, pero no condena: «Si conseguimos llegar a esos niños y darles lo que les ha arrebatado vivir una situación violenta podrán desarrollarse sanamente».
Ahora bien, sí reconoce esta psicóloga que crecer con un padre maltratador genera un contexto violento en el que el menor no se siente seguro, de manera que tampoco le garantiza lo que necesita como niño para desarrollarse bien.
«Estar en esa crianza como un papa así impide que se desarrollen todas las capacidades emocionales necesarias para amar a una mujer. Si vivo en contexto donde la relación afectiva supone miedo, inseguridad y peligro, después estos niños no pueden experimentar que una relación de pareja es un lugar seguro, y pueden experimentar miedo en las relaciones afectivas. Es un daño terrible. Y si aprenden que la manera de estar bien en la relación y salir bien parado es dominar y controlar a la pareja, ¿cómo van a aprender a amar a su pareja?, reproducirán esa manera de estar seguro», relata esta experta.
UNA ESTRUCTURA PSICOLÓGICA
Además, subraya que en estos menores se desarrolla una estructura psicológica que, si no se trata, se les condena a que cuando se enamoran de una mujer emitan generalmente sobre ella control, poder, y dominio, sobre todo si no tienes la alternativa de tener una experiencia afectiva positiva.
«Los niños que están en estos contextos violentos nos encontramos que su estructura psicológica está marcada por el miedo a las relaciones afectivas. Después, no han desarrollado las capacidades para identificar bien las emociones y regularlas, ni tampoco su capacidad para tener empatía. Pero para que se desarrolle un agresor no sólo son importantes las experiencias de la infancia, sino que después serán determinantes las ideas culturales en las que se socializa ese menor, y que están presentes en su sociedad», cuenta esta psicóloga.
De esta manera, pone el ejemplo de un menor que ha sufrido este maltrato y que tiene ese miedo en las relaciones: «Cuando su pareja se vaya con sus amigas tendrá ese miedo porque siente que no tiene la incondicionalidad de su pareja porque lo ha visto en sus padres. Si experimenta miedo en esa situación, con las heridas en su estructura psicológica que genera la violencia; y tiene una cultura que viene a dar la razón a lo que él siente, y que le dice que eso que hace la mujer está mal y es una falta de respeto pues no va a poder entender esa situación de otra manera y ahí gestamos al agresor».
Por otro lado, y para entender el caso de aquellos menores que no habiendo vivido en el contexto de la violencia de género se convierten en maltratadores cuenta que en la Alemania nazi muchos alemanes eran crueles con los judíos, a pesar de que habían tenido historia de buen trato en su infancia: «Aquí, aunque tengas una estructura de psicología sana y que te permite amar, respetar; si tienes una cultura que te dice que los judíos son ratas que tienen que estar a tu servicio, con ellos no te sale una respuesta empática humana».
Entonces, habla de que en culturas muy extremas donde se dice que la mujer es una cosa, animal, o un ser muy inferior al hombre, ¿cómo va a salir aquí el amor? «La cultura aquí tiene este papel. Y en el caso de culturas no tan extremas apunta a la microcultura familiar, y donde se considera a la mujer como una subordinada que debe ser obediente», remarca Olga Barroso.
Es más, destaca que, «estadísticamente es raro que un agresor haya tenido realmente un buen trato en su infancia», si bien afirma que hay muchas cosas que entendemos como buen trato y no lo son. «Es decir, hay niños a los que se les endiosa, se les dice que son los mejores, que tienen que ser los que manden, que nunca se les ha frustrado o contradicho, que nunca han sufrido violencia y luego son agresores, pero es que esto es violencia. Muchos agresores que no han sido pegados o abandonados emocionalmente pero sí han sido tratados de esta manera. A lo que luego le sumamos cultura machista ya lo tenemos», agrega Barroso.
CÓMO ES ESE MALTRATO EN LAS PRIMERAS RELACIONES AFECTIVAS
Entre los signos de alarma en las primeras relaciones de pareja, Barroso subraya que lo que sucede en éstas es prácticamente similar al de una relación entre adultos maltratante. Sí hay matices, según admite, pero el grueso es exactamente el mismo.
Así, indica que en el primer momento de la relación no hay violencia y es muy semejante al de uno que no es agresor. En este caso la diferencia se encontrará en que las conductas positivas serán más exacerbadas, y por ejemplo te dirá que eres el amor de su vida en esa primera semana de relación y que eres suya, cuando esto no es lo normal: «Una primera señal son estas manifestaciones exageradas, desmedidas, y tan alejadas de un funcionamiento de querer amar a alguien. Si la quieres poseer iras rápido y le dirás que es el amor de su vida. En estos primeros estadíos no hay violencia, pero sí estas primeras manifestaciones positivas exageradas».
Después, muy poco a poco, tal y como prosigue esta experta, aparecen las conductas de violencia psicológica o emocional, y donde el agresor intenta hacer sentir a la chica que ella no está en lo cierto, que no hace las cosas bien, que no es tan valiosa como lo es él, que ella es la equivocada. » ‘Tú no eres capaz de quererme tanto porque el fin de semana prefieres irte con tus amigas a estar conmigo. Como no haces las cosas como hay que hacerlas eres peor que yo y te estás cargando la relación, y esto es así no porque la quiera controlar sino porque la quiere mucho'», pone de ejemplo, al tiempo que resalta que si estas con alguien que te ama te sientes valiosa, y bien contigo misma; en ningún caso inferior o insegura.
«La violencia psicológica va instaurada con esto. Ellas no están haciendo las cosas bien y entonces generan que ellos se enfaden y estén molestos y si se hicieran las cosas bien no estropearían la relación. Por eso, es tan importante enseñarles a las chicas que cuando hay una conducta inadecuada en la relación no tiene nada que ver con ellas, sino con quien emite esa conducta equivocada, que es él», relata esta especialista en violencia de género. Posteriormente ya dice que se darán las conductas más graves, con insultos más duros, o incluso con agresiones.
CÓMO PUEDE AFECTAR A LAS SIGUIENTES RELACIONES
«Si paso por una relación en la que han minado mi autoestima y me hacen sentir que no soy suficientemente valiosa para hacer que una relación vaya bien y acabo aprendiendo que lo correcto es que yo obedezca para que las cosas vayan bien, y que me someta, en las siguientes si vuelve a pasar no lo voy a detectar, y además es que consideraré que lo sano o correcto en el amor es esto», revela Olga Barroso. Por eso, incide en que es «tan grave» el que aparezca la violencia en las primeras relaciones porque así las mujeres aprenden algo equivocado y después lo van a repetir.
De hecho, hace hincapié en que es más grave sufrir el maltrato siendo menor que adulta porque las chicas jóvenes son personas en desarrollo y no tienen los recursos de una mujer adulta. A su vez, como están en desarrollo, si se produce esa violencia cuando sus estructuras psicológicas no se han terminado de desarrollar, sostiene que esto favorecerá un desarrollo inadecuado.
QUÉ HACER ANTE ELLO
Finalmente, considera que para evitar este tipo de situaciones hay que trabajar en primer lugar con los chicos, supervisar qué hacen y garantizar que les educamos para que no se relacionen en la pareja desde el dominio, sino que quieren a las chicas y son capaces de amarlas. «Es responsabilidad de los padres que los niños no se crean las ideas machistas de esta sociedad, y no las empleen para relacionarse con las chicas», remarca Olga Barroso.
Por otra parte, en cuanto a las chicas, defiende que tenemos que estar al lado de ellas, y transmitirles que esta realidad existe, explicarles que pueden encontrarse con un novio maltratador, del que te puedes enamorar de ellos porque se mostrará como uno normal al principio, y aportarles las claves para identificar a un maltratador si se tropiezan con él.
«Esto nos puede pasar a cualquiera con una frecuencia estadística alta. El 20% de las españolas sufren violencia psicológica por parte de sus parejas», resalta, y por eso confiesa que escribió este libro, dirigido a todas las mujeres, porque si les pasa así los pueden desenmascarar. «Las chicas antes de entrar en relaciones tienen que tener la información para poder ver que si les pasa se puede salir de ahí», zanja.