Francisco José Vázquez, coronel de la Guardia Civil que participó en la liberación de Ortega Lara cuando era teniente, ha afirmado que la imagen «maltrecha» del funcionario de prisiones cuando salió del zulo en el que permaneció secuestrado 532 días se quedó lejos del peor de los escenarios que preveían, pero ha asegurado que para muchos de los guardias civiles presentes esa noche en la nave en la que fue liberado esa imagen «no se les borrará de la cabeza nunca en la vida».
En declaraciones a Europa Press Televisión, Vázquez ha criticado el comportamiento de sus secuestradores tras la liberación, en la que no mostraron «ni un ápice de humanidad». A su entender, no hubiese supuesto para ellos «absolutamente» ningún tipo de problema, «ni ético, ni moral», que José Antonio Ortega Lara «hubiese muerto allí por cualquier tipo de causa».
Según ha recordado, en el «imaginario» de los presentes corría la idea de que ETA iba a «responder» a su liberación, pero no se imaginaban que iba a «revolverse» como lo hizo, secuestrando y asesinando a Miguel Ángel Blanco.
Vázquez, por aquel entonces teniente del Servicio de Información de la Guardia Civil en Gipuzkoa, ha recordado que, desde que se tuvo conocimiento del secuestro, toda «la maquinaria» policial se puso en «marcha», con un trabajo analítico «ingente» que puso en la pista de sus secuestradores tras la aparición de un alias, que pertenecía a uno de los secuestradores, Josu Uribetxeberria Bolinaga, en la agenda de unos dirigentes de ETA detenidos.
Las investigaciones llevadas a cabo durante meses guiaron a la Guardia Civil hasta una nave en Mondragón, Gipuzkoa, que podía encajar con el lugar donde podría estar secuestrado Ortega Lara, por lo que las entradas y salidas del recinto fueron estrechamente vigiladas durante semanas.
Apenas dos horas antes de que operativo preparado para entrar en la nave fuese activado, «se nos estaba demorando, porque no todos los objetivos estaban en las condiciones que nosotros queríamos, que pudieran estar dormidos», ha rememorado, los agentes tuvieron conocimiento de la liberación de otro secuestrado, Cosme Delclaux.
Este hecho les generó «cierto trastorno», porque durante meses los investigadores tuvieron dudas sobre la existencia de uno o dos comandos de ETA o, lo que es lo mismo, «de dos infraestructuras» para realizar secuestros. «Nos generó muchas dudas, pero fuimos firmes y continuamos adelante», ha precisado.
Una vez dentro de la nave, los agentes constataron lo que ya venían prediciendo, que encontrar a Ortega Lara no iba a ser fácil.
«ETA, desafortunadamente, nos había demostrado durante muchos años que el nivel de tecnificación que tenía era fantástico», ha destacado Vázquez, que sabía que el mecanismo para poder encontrar el zulo donde estaba Ortega Lara «no iba a obedecer a un procedimiento muy tradicional».
«Y la realidad fue esa, que el procedimiento era muy, muy sofisticado. No voy a decir que el azar nos ayudara a encontrarla, no voy a decir que la fuerza bruta nos ayudó a buscarla, pero casi sí. Lo que hicimos es mover toda la maquinaria. Teníamos previsto hacer prospecciones en el suelo y en las paredes para buscar oquedades, que era donde pensábamos que podía estar, pero fue un poco inesperado, porque no esperábamos que al mover, y cuando digo mover una máquina, no estoy hablando de mover una ‘maquinita’ pequeña, estamos hablando de una máquina de miles de kilogramos, que al desplazarla del suelo vimos que levantaba con ello el mecanismo de ascenso que tenían para entrar en el zulo», ha recordado.
Uno de los agentes fue el encargado de bajar por el agujero en el suelo, y les dijo que había alguien vivo, lo que se convirtió en un momento de euforia para los presentes. «Fueron momentos de mucha, mucha tensión, de alegría contenida, esperando que alguien te dijese: ¡Está dentro y es él, y está vivo!, y bueno, desde luego, cuando eso se produce pues es un momento de auténtica euforia», se ha congratulado.
LA IMAGEN MALTRECHA DE ORTEGA LARA
En este punto, el coronel recuerda que los investigadores de la Benemérita habían «fabulado» mucho durante los meses que duró la investigación de «cómo podíamos llegar a él, cómo podía ser el mecanismo, cómo podía estar, cómo se podía encontrar, o qué persona nos podíamos encontrar».
«Por mucho que queramos buscar situaciones similares para poder ver en qué condiciones podía estar, no teníamos casuística para ver y para saber cómo podía estar una persona en sus condiciones. Incluso en el peor de los escenarios sobre encontrarnos a José Antonio vivo, la peor de las imágenes que podíamos imaginar se quedó lejos de ver verdaderamente a una persona absolutamente maltrecha, debilitada. Es una imagen que a los muchos guardias civiles que estaban esa noche allí no se les borrará la cabeza nunca en la vida», ha enfatizado.
Según ha recordado, los investigadores llegaron «a pensar de todo» respecto al destino final de Ortega Lara, como que la propia organización terrorista lo ejecutaría, «o que el ciclo vital de vida de una persona sometida a esas condiciones se debilitase en un momento determinado hasta el punto de morir».
Esa idea utópica que conservaba, ha continuado explicando, de que incluso dentro de la condición de terrorista, hiciera aflorar en un momento determinado «algún signo de humanidad», en el secuestro de Ortega Lara se le disipó cuando vio el comportamiento de sus secuestradores tras su liberación.
«No tenían ningún ápice de humanidad, y desde luego no hubiese supuesto para ellos absolutamente ningún problema, de ningún tipo, ni ético, ni moral, que José Antonio hubiese muerto allí por cualquier tipo de causa», ha añadido.
MIGUEL ÁNGEL BLANCO
Durante el cautiverio, el funcionario de prisiones, tuvo problemas de salud, fruto de la mala alimentación, de la no recepción de luz solar, de la falta de vitamina D, y desde luego de las condiciones brutales desde el punto de vista psicológico, ha querido resaltar el coronel de la Guardia Civil, que ha recordado que se trató de un secuestro «en la que el propio secuestrado sabía que no se iba a resolver como consecuencia de facilitar aquello que se le solicitó el Gobierno».
«No es un su secuestro de tipo económico, no es extorsivo, desde el punto de vista económico, con lo cual el propio secuestrado es consciente, José Antonio es una persona muy inteligente, y era consciente de que lo más plausible del resultado final de su secuestro fuese morir ejecutado», ha manifestado.
Tras su liberación, Vázquez recuerda que oía a sus compañeros con más experiencia que no había que mantener la euforia porque ETA iba a responder. «Entonces me preguntan, ¿pensaba que ETA iba a durar tanto tiempo?, lo que no pensaba, o lo que no pensábamos era que la respuesta de ETA fuese la que fue. ¿Pensábamos que iba a haber un atentado?, sin lugar a dudas. ¿Pensamos que el reproche que ETA iba a hacer a la actuación de Guardia Civil iba a ser revolverse con una acción?, estaba en el imaginario de todos nosotros. Pero desde luego no la acción que cometieron unos días después con Miguel Ángel Blanco», ha mantenido.
Según sus palabras, el terrorismo «deja de ser humano por el mero hecho de ser terrorismo», pero incluso «dentro de la gradación que pueda ver por parte de un elemento terrorista, al límite al que lo llevaron fue asombrosamente abismal».