Las prisas no son buenas a la hora de meterse en el quirófano, cuando se trata de mejorar la apariencia sin que nadie te lo note. Las pruebas previas a las cirugías estéticas, el tiempo de recuperación, la actividad laboral, el papeleo de la financiación, la agenda del cirujano o la exposición social del paciente en épocas como las navidades, requieren programación.
No hay que dejar para mañana…
La brillante idea de operarse un viernes para guardar el reposo necesario durante el fin de semana en determinadas intervenciones de corta duración o la de hacerlo justo antes de las navidades para recuperarse durante las vacaciones sin que nadie lo note, es una ocurrencia bastante común, que llena los quirófanos durante estas fechas. Dado que no es tan fácil como “llegar y besar el santo”, en Martín del Yerro|Amselem recomiendan planificar el acto quirúrgico con la antelación suficiente como para realizar la cirugía y transitar por la inmediata recuperación, antes de Navidades, la época con mayor exposición social del año.
¿Por qué ahora?
Porque tras la operación retorno y la vuelta al cole, es cuando se ha normalizado la dinámica de la vida social y profesional. Esta planificación facilita el encaje de agendas entre el paciente y el cirujano, que puede tener las fechas ocupadas por otras cirugías, así como la mentalización necesaria por parte del primero y la generación de confianza por parte del segundo. Por todas estas razones, el primer trimestre del año es la mejor época para las cirugías estéticas del rostro y el segundo para las del cuerpo.
Controlar los tiempos
En todo procedimiento quirúrgico hay detalles previos que conviene gestionar sin prisas:
Las pruebas diagnósticas, que se pueden realizar en un solo día y en menos de dos horas, pero que se llevan a cabo fuera de la clínica, en un centro elegido por el paciente para su comodidad.
El tiempo del postoperatorio, que conviene tener en cuenta, aunque el protocolo QRP de recuperación rápida, desarrollado por Martín del Yerro|Amselem, agiliza muchísimo la vuelta a la vida cotidiana (1 semana desde la intervención)
El cambio de medicación, que solo se prescribe en casos puntuales, muy específicos, por condicionar el tipo de anestesia o aspectos hematológicos.
El cambio de hábitos como dejar de fumar, que es prescripción facultativa rigurosa y ha de cumplirse con dos semanas como mínimo.
La reincorporación a los entrenamientos de los deportistas, que deben respetar la primera semana post-intervención, para incorporarse gradualmente a la práctica deportiva.
La financiación, que se realiza al mismo tiempo que el presupuesto y se confirma en menos de 24 horas.