Amediados del siglo XVI el Año Nuevo se celebraba desde el 25 de marzo hasta el 1 de abril, pero por medio de un decreto de Roussillon, el rey estableció que se trasladará la festividad de Año Nuevo al primero de enero.
La leyenda cuenta, que a pesar de que el rey aprobara este decreto, muchas regiones de Francia, así como las colonias protestantes estadounidenses, tardaron mucho tiempo en enterarse del cambio de fecha y seguían celebrando Año Nuevo en la semana del 25 de marzo al 1 de abril, razón por las que los catalogaron como tontos.
Años después, los norteamericanos decidieron darle un giro a la historia y establecieron el primero de abril como el Aprilsfoolsday o Día de las Bromas de Abril, fecha en la que se siguen dando regalos pero de travesura.