Cada 2 de diciembre se conmemora el Día Internacional de la Abolición de la Esclavitud, para conmemorar la fecha exacta en que la Asamblea General de la ONU firmase el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena.
No obstante, esta organización, aún hoy en día, sigue luchando contra las formas modernas de esclavitud, que no se han podido erradicar en el mundo.
En palabras sencillas, se trata de aprovecharse de las necesidades económicas de las personas, para hacerles firmar un contrato del cual nunca podrán liberarse, debido a que todas las condiciones les obligan «legalmente» a seguir realizando esa actividad sin ganar nunca su libertad.
Obviamente, este tipo de contratos no son para nada legales, porque aunque se encuentren redactados según los estándares comerciales de un país, violan derechos humanos que están por encima de cualquier forma contractual, lo que deja sin vigor este tipo de vínculo laboral.
Pero, para la mayoría de las personas que aceptan estos convenios y terminan atrapadas en una pesadilla que pareciera no tener fin, el temor a ser descubiertos (en caso de inmigrantes ilegales), el temor a que dañen a sus familias (extorsión) o simplemente el temor a no recibir la recompensa prometida, los hace mantenerse en el lugar y no luchar por su libertad.