El 5 de septiembre se celebra en muchos países del mundo el Día Mundial del Hermano para rendir homenaje a uno de nuestros familiares más cercanos, con el que crecemos, compartimos techo e incluso, en algunos casos habitación, ropa, y confidencias.
Al igual que existe el Día de la Madre, Día del Padre o Día de los Abuelos, los hermanos también merecen su propia jornada.
Esta efeméride no solo hace referencia a los hermanos por afinidad consanguínea, sino aquellas relaciones fraternales que demuestran solidaridad, unión, afecto e incondicionalidad.
La palabra hermano se origina del latín «germanus» (germen), que a su vez proviene de la palabra gigno, que significa verdadero y exacto.
Un hermano o hermana se refiere a dos o más personas que están genéticamente emparentadas por vínculos consanguíneos o de afinidad, que comparten uno o ambos padres. Es una de las relaciones de parentesco más importantes, definida por una fuerte conexión emocional.
En la mayor parte de las culturas del mundo los hermanos crecen en convivencia en las etapas de la infancia, la adolescencia y la juventud, recibiendo la misma educación y formación.
Por otra parte, se consideran hermanos a aquellas personas que no tienen vínculos consanguíneos entre sí, manteniendo una relación cercana y afectuosa. Asimismo, algunas religiones denominan hermanos a las personas que la integran.