La DJ Barbara Butch, protagonista de la escena de drag queens durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, ha presentado una denuncia por ciberacoso, amenazas de muerte e injurias públicas, informó su abogada el martes a través de las redes sociales.
La artista decidió tomar acciones legales después de recibir «amenazas de muerte, tortura y violación», además de ser blanco de «numerosas injurias de carácter antisemita, homófobo, sexista y gordofóbico», según explicó su abogada, Audrey Msellati, en un comunicado compartido en Instagram por la DJ.
Butch, una militante feminista y lesbiana, denunció en su cuenta de la red social que ha sido «objeto del enésimo ciberacoso, particularmente violento» tras su actuación. Aunque inicialmente decidió «no responder para dejar que los haters se calmaran», ahora comenta que «los mensajes que recibía eran cada vez más extremos».
Según su abogada, Audrey Msellati, quienes atacan a Barbara Butch lo hacen porque «no toleran que pueda representar a Francia, porque es una mujer, lesbiana, gorda y judía». Msellati añadió que «al atacarla, están atacando los valores, derechos y libertades de Francia, que ella representa tanto por su presencia en el espacio público como por su actuación en un escenario internacional».
Barbara Butch participó en una escena titulada Festividad, que comenzaba con la imagen de un grupo queer alrededor de una mesa, incluidas varias drag queens. Algunos sectores interpretaron esto como una burla a la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. La secuencia fue criticada por figuras políticas de extrema derecha, como Donald Trump, y por el obispado francés.
Thomas Jolly, director de la ceremonia de apertura, negó haberse inspirado en la escena cristiana, asegurando que la intención era «crear una gran fiesta pagana vinculada a los dioses del Olimpo». El comité organizador de los Juegos condenó firmemente el ciberacoso dirigido al «equipo artístico» de la ceremonia. «Estamos a su lado y los apoyamos», declaró su directora de comunicación, Anne Descamps.
El inicio de la escena, que incluía a las drag queens Nicky Doll, Paloma y Piche, fue criticado por una amplia gama de actores políticos: desde la conferencia episcopal francesa, que lo calificó de «mofa» al cristianismo, hasta diputados de extrema derecha locales, quienes lo llamaron un espectáculo «woke».
Las críticas a la ceremonia no se limitaron a Francia. Los gobiernos de Hungría y Rusia,también manifestaron su desaprobación. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, afirmó que la ceremonia reflejaba la «debilidad y desintegración de Occidente», añadiendo que «se despojaron poco a poco de los vínculos metafísicos con Dios, la patria y la familia».
En Rusia, país que no cuenta con delegación nacional en los Juegos de París debido a sanciones por la invasión de Ucrania, la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, calificó la escena Festividad como una «parodia» de un motivo «sagrado para los cristianos», criticando la representación de los «apóstoles por travestis».