El 70% de las personas atendidas por Cruz Roja se muestra preocupado por no poder alimentar adecuadamente a sus familias, según se desprende de los resultados de un estudio realizado por la organización, en colaboración con la Universidad Carlos III.
La encuesta se ha realizado con personas que habían recibido ayudas y prestaciones económicas de Cruz Roja (alimentación, ropa, suministros del hogar, material escolar, etc), entre marzo de 2022 y marzo de 2023. Han participado más de 1.200 personas a través de encuestas telefónicas y se han organizado siete grupos focales: dos, con personal técnico y voluntario de Cruz Roja; dos con personas usuarias en situación de extrema vulnerabilidad; y tres con personas usuarias de distintos perfiles (mayores, en situación de acogida, infancia, mujeres).
Entre las conclusiones de la investigación, la ONG ha destacado que la elección de alimentos está fuertemente influenciada por el precio, con un 80,5% de la muestra que prioriza alimentos más baratos y saciantes, aunque menos nutritivos.
Por otro lado, el estudio publicado este miércoles revela que las mujeres suelen ser las que más se privan a sí mismas, principalmente de alimentos más saludables que destinan a sus hijos e hijas, y que hay una relación directa entre inseguridad alimentaria y falta de ingresos, es decir, a menor nivel de ingresos, mayor inseguridad alimentaria.
«Esta falta de ingresos no solo reduce la variedad y calidad de la dieta, sino que también dificulta la sustitución de alimentos por razones de salud, como intolerancias alimentarias, ya que estos productos suelen ser más caros. Esta situación contribuye a un deterioro de la salud general, con un 30% de los hogares que presenta enfermedades relacionadas con malos hábitos alimentarios (obesidad, diabetes, colesterol alto, hipertensión) o intolerancias y alergias», indica la ONG.
En cuanto al perfil de las personas atendidas por Cruz Roja, la organización ha puesto de relieve que muestra «una alta vulnerabilidad»: el 61,3% no están ocupadas y del 67,4% de quienes sí tienen empleo trabaja a tiempo parcial. «La tasa de riesgo de pobreza y exclusión (AROPE) entre estas personas es alarmantemente alta y alcanza el 96,7%, en comparación con el 26% del conjunto de la población española», ha subrayado.
Asimismo, ha remarcado que la «aceleración de la vida actual, las largas jornadas, la disponibilidad constante de alimentos en los supermercados y los ultraprocesados provocan que muchas veces la preparación de comidas caseras y el acto de comer con calma pase a un segundo plano».
Según el Índice de Alimentación Saludable (IASE), el 70,6% de las personas presentan una alimentación poco saludable y el 63,6% de las que consideraba saludable su dieta en realidad necesita cambios, por lo que hay que sensibilizar para desmontar creencias erróneas. El estudio revela un alto consumo de embutidos y fiambres (76,5%), dulces (66%) y refrescos azucarados (52,9%) y solo el 49,5% de los hogares consume frutas y el 42,6% verduras-hortalizas a diario.
LA IMPORTANCIA DE LA BECA COMEDOR
Según ha defendido la ONG, «recibir educación en materia alimentaria desde edades tempranas es fundamental para saber elegir y adquirir una buena alimentación en la época adulta». El 93,8% de las familias con hijos e hijas del estudio –atendidas por Cruz Roja– tienen beca comedor, lo que «supone un alivio económico para las familias y, además, aprenden a comer variado y saludable».
«En los casos de familias con muchas carencias, permite tener cubierta al menos una comida completa al día. Una vez en casa, solo el 32% de las familias preparan alimentos frescos a diario y casi la mitad de los menores de edad no participan en la compra, la elección del menú, ni la preparación de los alimentos», ha concluido.