El 75 por ciento de los adultos españoles con obesidad se sienten discriminados a causa de su peso, lo que demuestra el estigma negativo asociado a la enfermedad, según se desprende de una encuesta telefónica llevada a cabo por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) a un total de mil personas.
A tenor de los datos recogidos en la presente encuesta, un 34,7 por ciento de los encuestados presenta sobrepeso y un 17,6 por ciento obesidad, afectando en conjunto a más de la mitad de la sociedad (52,3%).
Como indica la presidenta de la SEEDO, María del Mar Malagón, la situación de la obesidad en España es «especialmente grave», ya que el aumento del índice de masa corporal es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares, además de aumentar el riesgo de padecer problemas psicológicos y mentales.
En este sentido, el informe llama la atención sobre los datos de obesidad entre los más jóvenes (18-24 y 25-34 años), así como la mayor presencia de sobrepeso u obesidad entre los varones, que registran un IMC medio en torno a tres puntos superior al que se observa en mujeres.
PERCEPCIÓN SUBJETIVA
Además de valores objetivos, esta encuesta ha evaluado la percepción subjetiva de las personas encuestadas, sin evidenciarse en este caso diferencias significativas entre sexos. Curiosamente, y aunque la tasa de obesidad es mayor en hombres, el porcentaje de hombres que considera que tiene exceso de peso es menor que el de mujeres (49% vs. 50,2%, respectivamente).
Se observa, además, un incremento de la percepción del exceso de peso conforme avanza la edad, de manera que son las personas con más de 65 años las que consideran en mayor proporción que tienen un peso superior al normal.
Por otro lado, se confirma el reconocimiento por parte de las personas encuestadas del papel que tienen la genética y el entorno en el desarrollo de obesidad. En general, se observa que las personas con obesidad tienen en mayor medida un entorno familiar de personas que también presentan sobrepeso u obesidad, sobre todo en la figura de la madre (20,3%) y hermanos (23,7%). Como indica la doctora Malagón, «estos datos de la encuesta están en línea con la evidencia científica creciente que apoya que la obesidad no es el resultado de una decisión individual, sino que son muchos los factores que condicionan y promueven esta enfermedad, incluidos, entre otros, factores biológicos».
Entre quienes tienen hijos con sobrepeso u obesidad, casi 3 de cada 10 declaran que los menores sufren discriminación, lo que les causa un gran impacto emocional. De hecho, más del 70 por ciento de los padres están muy o bastante preocupados por este aspecto. Sin embargo, este hecho contrasta con el dato de que cerca de un tercio de las personas con hijos declaran que les incomodaría que las amistades de sus descendientes tuvieran sobrepeso/obesidad.
ENTRE LA ENFERMEDAD Y LA FALTA DE CONTROL
Aunque está demostrado que la obesidad es una enfermedad crónica y recidivante, y a pesar del reconocimiento de la importancia de la genética y el entorno en su desarrollo, hasta el 41 por ciento de las personas encuestadas aún piensan que es un problema de «falta de voluntad», no una enfermedad. En esta percepción existen claras diferencias por género: 49 por ciento de los hombres frente al 34 por ciento de las mujeres creen que la obesidad es debida a una falta de control.
En la misma línea, el 70,2 por ciento de los encuestados considera que comer menos y hacer más ejercicio es suficiente para tratar el sobrepeso u obesidad; de nuevo, las mujeres y los más jóvenes están menos de acuerdo con esta afirmación.
Con todo, y según se valora positivamente desde la SEEDO, hay una amplia mayoría de la población que demanda la financiación pública de los tratamientos farmacológicos para la obesidad. El 68 por ciento está total o bastante de acuerdo con que los fármacos para tratar la obesidad sean financiados por el sistema público de salud.
EJEMPLOS DE DISCRIMINACIÓN Y ESTIGMA POR EL PESO
Así, tres de cada 10 personas declara que ha podido llegar a experimentar algún tipo de prejuicio o rechazo hacia una persona con sobrepeso u obesidad. Por ejemplo, un 12 por ciento de los encuestados piensan que las personas con obesidad están menos capacitadas y tienen menos aptitudes para ocupar un cargo directivo o un cargo público que las personas que se encuentran en un rango de peso considerado normal.
Llevándolo a los comportamientos individuales, se pone de manifiesto que el 22 por ciento de la población encuestada llevaría mal tener un jefe con sobrepeso u obesidad, y un 25 por ciento no votaría a un político con sobrepeso. Y en el ámbito personal, alrededor del 30 por ciento de la población declara que nunca o difícilmente podría llegar a enamorarse de una persona con sobrepeso u obesidad; incluso entre las personas con obesidad, solo el 35,3 por ciento cree que podría llegar a enamorarse de una persona con obesidad.