El 80 por ciento de los jóvenes que presenta un trastorno de la personalidad ha sufrido algún tipo de acoso, desprecio y humillaciones y, en concreto, un 65 por ciento ha experimentado acoso escolar, según ha alertado el jefe de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico San Carlos, el doctor José Luis Carrasco.
Además, expresa que también aproximadamente un 40 por ciento de los pacientes ha sufrido abuso y acoso sexual. «Si nos centramos sólo en las chicas con trastorno de personalidad, el porcentaje de las que han sufrido acoso o abuso de este tipo se eleva hasta el 70 por ciento», ha abundado.
En muchos casos, el acoso se produce «no solamente en su vida real, sino también a través de las redes sociales y las plataformas digitales», ha profundizado. En este sentido, ha advertido de «la impunidad que impera en las redes sociales», donde los jóvenes y adolescentes «están totalmente desprotegidos». Además, según el especialista, el ciberacoso está aumentando considerablemente.
El doctor explica que el ‘bullying’ «puede provocar grietas en la personalidad que, si no se tratan a tiempo, pueden llegar a hacerse crónicas». A su juicio, lo que verdaderamente afecta al joven es «la sensación de impotencia y soledad ante el problema y la vergüenza por no haber sido capaz de haberse defendido y permitir ese abuso».
Así, ha recordado que cerca de 800.000 personas se quitan la vida cada año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo que aboga por que las redes sociales «sean herramientas de ayuda y no escenarios en los que este problema se agrave por la existencia de acosos que llevan a algunos jóvenes a la desesperación».
Así las cosas, ha advertido de que, durante el confinamiento desencadenado por la pandemia de Covid-19, no solo no ha disminuido el acoso, sino que este se ha trasladado a las redes. «El acosador ha pasado del aula o del patio a Instagram», ha apuntado.
«En nuestra unidad contamos con un Programa de Acoso Escolar y con un Programa de Ciberbullying para ayudar a todos los niños y jóvenes que pasan por este mal trago», apuntilla el doctor Carrasco. «Con ellos, tratamos de establecer un vínculo, una cercanía y un buen nivel de confianza para que se abran y nos cuenten acerca de su sufrimiento», ha concluido.
