Emilio R.M., el asesino confeso de una anciana en Chapinería, ha manifestado este miércoles ante el juez de Navalcarnero que la cabeza de la víctima «se la han llevado las alimañas» y ha seguido exculpando a su pareja, una de las hijas de la fallecida y también investigada.
La juez de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Navalcarnero ha interrogado por segunda ocasión al acusado, apodado ‘El Loco’, después de que su defensa solicitara la comparecencia a petición propia.
El crimen se produjo el pasado agosto. El cuerpo sin vida de la mujer fue hallado semienterrado en un paraje a las afueras de esta localidad madrileña. La cabeza sigue sin aparecer. Se detuvo al yerno y a una de las hijas de la víctima, África, por participar presuntamente en los hechos.
Emilio R. M., quien tiene antecedentes por violencia de género y atentado contra la autoridad, ha comparecido ante la juez instructora de la causa. Ya confesó el crimen ante los agentes de Homicidios de la Guardia Civil.
Al tratarse de una petición voluntaria, el abogado penalista Juan Gonzalo Ospina, quien ejerce la acusación particular en defensa de las víctimas, esperaba que desvelase dónde se encuentra la cabeza de la víctima.
Pero nada más lejos, se ha limitado a señalar que «se la han llevado las alimañas» después de que la metiera en una bolsa de plástico negando que la ocultara.
Además, ‘El Loco’ mantiene que su pareja África no tiene nada que ver con el crimen manifestando que no denunció la desaparición de su madre porque habían vuelto a retomar la relación a pesar de que éste tenía una orden de alejamiento respecto a ella.
Según su versión, mató a la mujer después de una fuerte discusión y usó un serrucho y un hacha para descuartizarla. Todo ello lo hizo mientras África dormía. Metió los trozos en bolsas de plástico.
En su primera declaración, manifestó que el crimen se produjo después de que acusara a su suegro, ya fallecido, de abusar de África cuando era una niña, un intento de justificar que el crimen se produjo por un arrebato.
Sin embargo, hoy ha indicado que la discusión se produjo después de que su suegra les llamara a él y a África okupas y les pidiera que abandonaran su casa.
Desde la acusación particular se entiende que el asesinato fue «premeditado», dado que ha reconocido que compró días antes cemento, un pico y una pala para ocultar el cuerpo. El móvil sería económico ya que se quedarían con la casa de la víctima y con su herencia, bastante sustanciosa.
En el marco de las pesquisas, el instructor tomó el pasado 10 de noviembre declaración a Maria Luisa F., quien ratificó las manifestaciones que realizó ante la Guardia Civil. «Sospechamos de ellos desde el primer día», manifestó entonces.
Marisa denunció el pasado 28 de julio la desaparición de su madre, con quien llevaba sin hablar por teléfono desde una semana antes. No la veía en persona desde antes del confinamiento, desde el pasado 28 de febrero.