El Barça se ha proclamado campeón de la 85ª edición de la Copa del Rey de baloncesto tras completar una actuación redonda este domingo contra el Real Madrid (73-88), donde ha dominado de principio a fin de la mano de Cory Higgins (20 puntos), MVP de una faena perfecta del equipo azulgrana para desbancar al anfitrión del trono.
La vigesimosexta Copa ya engrosa el palmarés culé tras completar la final soñada ante su eterno rival con buenas actuaciones también de Calathes (12 y 9 asistencias), Roland Smits (13) y Nikola Mirotic (12), que por fin levanta su esperado primer título como azulgrana y lo hace siete años después de hacerlo con el Real Madrid.
Por su parte, el anfitrión solo encontró la fe de Alberto Abalde (15) y el poderío de Tavares (28 valoración), aunque la irrupción del pívot en el partido llegó demasiado tarde. Sin el lesionado Rudy Fernández y con la mala puntería de Jayce Carroll (0/8 y -11 de valoración) y Sergio Llull (3/11), y de todo el equipo en general (7/28 en triples), poco pudo hacer ante un rival que rindió de matrícula de honor.
La primera parte fue un ‘shock’ a todos los niveles para el Real Madrid, desbordado como en muy pocas ocasiones. En su casa, sin público pero en su casa al fin y al cabo, encajó el atronador rapapolvo de un rival que le tenía ganas y que ya había avisado ante el Baskonia de lo que podía ser capaz en esta final.
Pablo Laso sorprendió dejando a Tavares de inicio en el banquillo y para cuando metió en cancha a su hombre más determinante el Barça ya danzaba sobre el parqué madrileño. Tras unos minutos de tanteo, el equipo azulgrana pegó el estirón con un parcial de 0-14 que amenazaba con quebrar la final (7-18). El Madrid ya nunca estuvo a menos distancia en toda la final.
Mirotic y Smits castigaban por dentro y por fuera al Real Madrid, que en ataque lo veía todo demasiado borroso. Encima Tavares cometió enseguida su segunda falta personal y dejó su sitio a Felipe Reyes, a sus 40 años el jugador más veterano que ha disputado una final de Copa. Todo eso le daba igual al Barça, que todavía tenía margen para meter otra marcha. Y la metió, claro.
CALATHES CONTROLA Y HIGGINS REMATA
Con asombrosa facilidad para anotar ante un rival noqueado, se disparó en el marcador hasta alcanzar una máxima renta de 24 puntos al inicio de la segunda parte (31-55). Al Barça se salía todo y al Madrid nada. El anfitrión ya había firmado una gran remontada ante el Lenovo Tenerife, pero la final parecía harina de otro costal después de encajar 32 puntos en el segundo cuarto.
Como tantas otras noches, Llull intentó encender la mecha, pero esta vez no prendía para un Madrid que echó demasiado de menos a Facundo Campazzo, hasta el punto de que Pablo Laso decidió que Usman Garuba fuera el defensor de Calathes. Los blancos, pasados de vueltas por momentos y críticos con la labora arbitral -técnicas por protestar para Llull y Causeur- rasparon la diferencia (50-63), pero cada vez que lo hacían el Barça reaccionaba a tiempo, escarmentado por el sofocón de semifinales.
Así, nunca llegó a bajar la barrera psicológica de los 10 puntos pese al esfuerzo de Abalde (62-73, min.35). Tavares, lastrado por las faltas gracias al desgaste al que le sometió Brandon Davies, llegó tarde y cuando intentó imponer su poderío físico Higgins se apropió de arruinar la poca emoción que quedaba.
Un triple del norteamericano liquidó por completo al Real Madrid y reafirmó el cambio de liderazgo en el baloncesto español. El Barça ya había ganado este curso los ‘Clásicos’ de Euroliga y Liga Endesa y al tercero encontraba el premio gordo. El primer título de Jasikevicius y Mirotic, pero también de Higgins.