El Barça se impuso (59-64) este domingo al Real Madrid en la final de Copa del Rey 2022 celebrada en el Palacio de los Deportes de Granada, un intenso Clásico que, aunque lo peleó más el equipo blanco, volvió a seguir la línea azulgrana de los últimos.
Los de Sarunas Jasikevicius entraron con un duro 19-5 en contra pero reaccionaron para sumar su 27º Copa, 28 tienen los blancos, la cuarta en los últimos cinco años, todas estas contra el Madrid. Los de Pablo Laso sacaron su mejor versión defensiva pero el Barça terminó abriéndose hueco con Nikola Mirotic (19 puntos), MVP del torneo, y Rokas Jokubaitis (9 puntos en el último cuarto).
El Madrid cortó la hemorragia de los últimos Clásicos, muy desnivelados en favor culé, y la final fue al límite de ambos gigantes. El campeón se vio contra las cuerdas, pero abrió un nuevo escenario en el último cuarto. El joven Jokubaitis demostró su talento, el Madrid su orgullo en la lucha por el rebote y una bandeja de Deck que no entró pudo cambiar el desenlace.
Donde las dan, las toman. En sentido deportivo, el Barça pilló de su propia medicina y, después de muchos escarmientos, el equipo de Laso aprendió la lección. Una semana después de encajar su undécima derrota en los últimos 13 Clásicos, el Madrid sacó una defensa numantina para poder jugar en igualdad de condiciones.
A partir de ahí y por detalles, quien se movió mejor en la guerrilla fue el campeón. Jasikevicius no dio con la tecla en el primer tiempo, 18 puntos en 20 minutos, con una canasta de campo en el cuarto que abrió la final. El Barça llegaba con un récord de anotación en sus dos partidos, pero ‘Saras’ advirtió por la mañana que la defensa no había sido la que marca la diferencia.
Contra el Madrid la sacaron de inicio, pero los de Laso ya venían ensayando en Granada el nivel que querían demostrar. Sin Tavares en el cinco inicial –el mejor defensor de Europa no logró aportar cuando ya quiso tirar de él Laso–, el cuadro de la capital sacó manos, se multiplicó en las ayudas y asfixió a un Barça sin la solución que le venía funcionando de Laprovittola o Kuric.
Abalde lideró las ofensivas y el primer asalto fue claramente blanco (19-5), muy distinto al 8-28 de hace una semana en Euroliga. Cada posición era un duelo sin tregua, Deck, Taylor, Hanga y más madera en el Madrid con la entrada de Rudy Fernández. Laso tenía a todos enchufados y eclipsó el arsenal de Jasikevicius.
LUCHA EL CAMPEÓN Y EL MADRID MUERE EN LA ORILLA
Con todo, un 29-18, con muy poco acierto de ambos en el triple, auguraba otra larga batalla. El descanso rebajó un poco la euforia blanca, aunque Deck irrumpió con garra en el aro rival, y Laso dio el mando a Heurtel, excitado casi como ninguno. El Barça tiró de Mirotic, jugador decisivo en semifinales, con 11 puntos.
El hispano-montenegrino, empleado casi en exclusiva cuando atacaban, también fue líder contra su exequipo, lo que siempre le persigue, y otro que vistió de blanco como Laprovittola empató la final (46-46) con ocho minutos por delante. El rebote mantuvo a los blancos pero les abandonó entonces el tiro de tres.
Volvió Tavares, casi inédito y bien sujeto, y, tras el desgaste de Mirotic, en el Barça se destapó Jokubaitis. El discípulo lituano de ‘Saras’ acercó el título a los suyos (53-57) a tres minutos del final. Heurtel volvió a entrar decisivo y más lo fueron los rebotes con los que el equipo de Laso se resistió a volver a caer.
Llull igualó la final a menos de un minuto y Mirotic, después de que Deck perdonara una bandeja que recordará mucho tiempo, sentenció en los tiros libres la segunda Copa seguida de Jasikevicius, su tercer título en año y medio. Granada prometía emoción y, al lado de Alhambra, un nuevo Reino asoma. Va camino de consagrarse el Barça de ‘Saras’, aunque para eso quizá tenga que repetir también en Liga y levantar una Euroliga culé casi 20 años después.