El tradicional Belén Napolitano del Palacio Real, que se puede visitar desde este martes, 6 de diciembre, hace un guiño este año a la apertura de la Galería de Colecciones Reales en verano de 2023 y al V Centenario de la culminación de la Circunnavegación a la Tierra liderada por Juan Sebastián Elcano.
El icónico Belén que empezó a formar el monarca Carlos III como regalo para su hijo, Carlos IV, se ha colocado un año más en el Salón de Alabarderos para que el público pueda apreciarlo de forma gratuita hasta el próximo 8 de enero.
Compuesto por unas 200 piezas originales y nuevas, el decorado destaca este año por una escena que representa a un grupo de personas trasladando obras de arte a una galería, en una referencia a la próxima apertura de la Galería de Colecciones Reales que albergará las principales piezas de Patrimonio Nacional, según subrayado el historiador de la institución Miguel Ángel Gacho en declaraciones recogidas por Europa Press.
En concreto, se han colocado tradicionales figuras de un grupo de hombres portando pinturas y esculturas para introducirlos en la galería, donde espera una mujer noble, una figura que ensalza el coleccionismo realizado también por mujeres en el siglo XVIII.
Otro de los elementos novedosos del Belén es la alusión a los 500 años del viaje de Elcano, representado con una figura del mismo, barcos y una muestra de especias traídas por el marino de su expedición.
Con estas dos escenas como novedad, el Belén se divide en dos partes, una que representa lo popular, con restaurantes, librerías, mercados y el campo, y otra en la que se expone la nobleza con un jardín clásico y la mencionada galería.
EL DEMONIO, BAJO EL BELÉN
La separación entre ambas partes la marca la escena del nacimiento de Jesús, que se sitúa en una cumbre, rodeada de ángeles, bajo la cual se puede ver la figura del demonio en una cueva. Según ha explicado Gacho, la presencia del diablo es típico de los belenes napolitanos porque «es difícil entender el bien sin el mal».
El historiador también ha incidido en que el montaje refleja la ciudad de Nápoles del siglo XVIII y los habitantes de la misma representados por figuras que tienen tres tamaños diferentes «para dar sensación de perspectiva».
Estas piezas, cuyas manos y pies están tallados en madera, y las cabezas en barro, visten ropajes de la época. A través de la vestimenta, se muestra las diferencias entre la gente de campo y la alta nobleza, que porta prendas de seda, como es el caso de los Reyes Magos.
Gacho también ha resaltado la presencia de un elefante en el montaje, una figura que se incorporó en referencia a un hecho real del siglo XVIII. En concreto, ha relatado, a Carlos III le regalaron este animal, lo que causó «gran impacto» entre la población, por lo que se incluyó en el belén en un «guiño» a uno de los acontecimientos ocurridos en el año, como es propio de los belenes napolitanos.
El montaje está formado por piezas originales de la época de Carlos III y otra nuevas que se adquieren en la actualidad en Nápoles. Del siglo XVIII se conservan unas 84 piezas. «En el momento más álgido, a finales del reinado de Carlos IV, se calcula que se pudo tener entre 5.800 y 5.900 piezas en total. No solo el príncipe tenía su belén, también los infantes», ha detallado el historiador.
Las figuras que datan del reinado de Carlos III fueron adquiridas en Nápoles, mientras ya en el reinado de Carlos IV se encargaron otras a artistas valencianos, lo que Patrimonio Nacional ha podido comprobar a partir de facturas de la época.
Por otro lado, Gacho ha incidido en lo «complicado» del proceso de montaje, que esta vez ha durado un mes y cinco semanas y ha necesitado de la intervención de pintores, ebanistas, cerrajeros, electricistas y doradores, entre otros profesionales.