El ‘caníbal de Ventas’ se comía a su madre «cocinada y en crudo»

Redacción

Los agentes de la Policía Nacional que participaron en febrero de 2019 en la detención de Alberto S.G., apodado el ‘caníbal de Ventas’, han relatado en el juicio que el joven confesó con actitud fría y «sin emociones» cómo había descuartizado a su madre con un serrucho y cómo se había ido comiendo sus restos «cocinados y en crudo», dándole otros restos a su perro ‘Koke’.

«Tenía sangre seca en la comisura de los labios y restos de carne en las uñas», ha narrado uno de los policías del Indicativo Salamanca 21 que arrestó al acusado, de 28 años, durante su comparecencia en la vista.

El acusado afronta una petición fiscal de pena de quince años de cárcel por un delito de homicidio y cinco meses por profanación de cadáveres. No hay acusación particular al no emprender acciones legales el otro hijo de la víctima, que declarará el viernes por videoconferencia.

Una amiga de la fallecida denunció ante la Policía Nacional la desaparición de María Soledad, de 66 años. Llevaba un mes sin verla y era conocedora de la mala relación que tenía con su hijo, quien convivía con él a pesar de tener una orden de alejamiento por reiterados episodios de maltrato. Sospechaba de que podría haber pasado una desgracia.

Los agentes que acudieron a la vivienda, situada en el barrio de la Guindalera, han descrito la espeluznante escena con la que se encontraron al llegar. Nada más entrar en la casa, el chico confesó que había matado a su progenitora. «Está muerta», dijo.

Al entrar en la vivienda, los agentes encontraron multitud de restos cadavéricos esparcidos por toda la casa. La cabeza y parte del cuero cabelludo con una oreja estaban encima de la cama. Había una parte del cuerpo en la caseta del perro, mientras que en el baño había un cuchillo y restos de sangre.

El corazón estaba junto a un tenedor en una bandeja encima del aparador de la habitación de la madre. En el salón, había «una tabla de cortar de cocina con un trozo de pierna y en la cocina había una olla con restos humanos», con lo que podía ser el muslo. En el fregadero había platos con restos de sangre y al lado de la basura bolsas con huesos y «piernas seccionadas».

A los policías les llamó la atención la actitud impasible del chico al narrar durante su traslado a la comisaría de Tetuán de una forma totalmente natural y «tremendamente tranquila» cómo había acabado con la vida de su madre por detrás cuando ésta estaba preparando el desayuno, sin mostrar «ningún tipo de arrepentimiento».

El chico justificó ante un policía el crimen en que se había enfadado con su madre porque no le dejaba ver a sus amigos. A otro le manifestó que lo hizo para evitar que su progenitora sufriera, dado que era alcohólica. A un tercero, el chico le confesó que no estaba arrepentido y que lo hizo porque su madre le hacía «la vida imposible».

No era la primera vez que acudían al domicilio. Alberto tenía una orden de alejamiento con respecto a su madre, que solía incumplir de forma reiterada. Los vecinos solían llamar a la Policía cuando escuchaban las fuertes discusiones.

El portavoz del jurado popular ha preguntado a la Policía por qué no se protegió a su madre si era habitual que acudieran a la vivienda por los problemas que ocasionaba el joven. A ello, el agente le ha replicado que no le podía responder al ocuparse otros policías de esos asuntos.

En la sesión de mañana, declararán en la sala los agentes de la Policía Científica que realizaron la inspección ocular de la escena del crimen.

Alberto S.G., que toma medicación por sus problemas mentales, relató ayer que tenía discusiones habituales con su madre al ser consumidor de drogas y relató que oía voces que le decían que la matara y la descuartizara.

En el juicio será clave la prueba pericial para determinar si el chico padece algún tipo de trastorno mental, que le podría atenuar la pena o eximir totalmente de responsabilidad penal en el caso de que implicara una eximente completa, como ya pidió su defensa en la instrucción.

El Código Penal contempla que aquellas personas que padecen una enfermedad mental grave o sufren un trastorno mental transitorio que les impide conocer la trascendencia de su conducta o, aun conociéndola, les impide actuar de acuerdo con esa comprensión son consideradas inimputables y se les exime de responsabilidad penal.

HECHOS A JUZGAR

El acusado, a principios de 2019 convivía con su progenitora en un domicilio de Madrid, situado en el barrio de Ventas. Sin concretar una fecha, pero a finales de enero o a principios de febrero, el acusado discutió con su madre y, tras un enfrentamiento verbal, se dirigió hacia ella «sujetándola fuertemente por el cuello, y con el propósito de acabar con su vida, le presionó fuertemente con sus manos hasta lograr estrangularla, causando su muerte por asfixia».

A continuación, el acusado, que se encuentra privado de libertad por estos hechos desde el 23 de febrero de 2.019, trasladó el cadáver hasta el dormitorio de la vivienda y lo colocó sobre la cama «con el propósito de ir haciendo desparecer su cuerpo».

Para ello procedió a su descuartizamiento empleando una sierra de carpintero y dos cuchillos de cocina que tenía en la misma casa. Una vez troceado el cuerpo, el acusado se fue alimentando «en ocasiones» durante unos 15 días de los restos cadavéricos, «guardando otros restos en varios recipientes de plástico por la vivienda y en el interior de la nevera que había en el domicilio, arrojando también algunos de ellos a la basura dentro de bolsas de plástico».

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