Los boxeadores y los luchadores de artes marciales mixtas (AMM) pueden ver cierta recuperación en sus habilidades de pensamiento y memoria, así como en la estructura del cerebro después de dejar de luchar, según un nuevo estudio publicado en la edición online de ‘Neurology’, la revista médica de la Academia Americana de Neurología.
«Los golpes repetitivos en la cabeza aumentan el riesgo de afecciones neurológicas a largo plazo como la encefalopatía traumática crónica (ETC), los problemas cognitivos y de conducta y el parkinsonismo –explica el autor del estudio, el doctor Aaron Ritter, del Centro Lou Ruvo para la Salud Cerebral de la Clínica Cleveland en Las Vegas (Estados Unidos)–. Sin embargo, no hemos sabido qué ocurre con las personas que han estado luchando y luego dejan de hacerlo. La buena noticia es que vimos algunas mejoras en las puntuaciones de pensamiento y memoria en estos luchadores retirados», destaca.
Para el estudio, los investigadores identificaron a 45 luchadores masculinos retirados que no habían competido en dos años, con una edad media de 32 años, incluyendo 22 boxeadores, 22 luchadores de AMM y un artista marcial. También identificaron a 45 luchadores masculinos en activo, con una media de edad de 30 años, entre los que se encontraban 17 boxeadores, 27 artistas marciales mixtos y un artista marcial. Los grupos se emparejaron por edad, educación, raza y número de combates al inicio del estudio.
Todos los púgiles tuvieron un combate profesional en el plazo de un año desde el inicio del estudio. Sin embargo, los púgiles retirados pasaron dos años sin pelear, mientras que los púgiles activos siguieron participando en peleas profesionales.
A lo largo de tres años, todos los luchadores se sometieron a escáneres cerebrales y completaron pruebas para comprobar el funcionamiento de sus cerebros tanto al principio como al final del estudio. Los investigadores también examinaron el historial de peleas de los participantes.
La mitad de los participantes también se sometieron a análisis de sangre para detectar un marcador biológico de lesión cerebral llamado cadena ligera de neurofilamentos, un componente de las fibras nerviosas que puede detectarse en la sangre cuando las fibras están lesionadas.
Los participantes también realizaron pruebas para medir la memoria verbal, el funcionamiento ejecutivo, la velocidad motora y la velocidad de procesamiento.
En las áreas de memoria verbal, velocidad motora y velocidad de procesamiento, los luchadores retirados mejoraron sus puntuaciones con el paso del tiempo, mientras que las puntuaciones de los luchadores en activo se mantuvieron estables o mostraron sutiles descensos.
Para la memoria verbal, los investigadores utilizaron las puntuaciones de una prueba de pensamiento y comportamiento aprobada por la FDA norteamericana, en la que las puntuaciones más altas indican una mejor memoria. Descubrieron que, con el paso del tiempo, los luchadores retirados tuvieron un aumento medio de tres puntos, mientras que los luchadores en activo tuvieron un descenso medio de dos puntos.
Los investigadores también encontraron diferentes patrones de cambio a lo largo del tiempo entre los combatientes retirados y los activos en la capacidad de detectar y responder a los cambios rápidos en el medio ambiente y el tiempo que se tarda en completar las tareas.
En cuanto a los niveles de cadenas ligeras de neurofilamentos, los combatientes retirados mostraron una disminución de los niveles en sangre desde el principio hasta el final del estudio, mientras que los combatientes activos se mantuvieron estables durante todo el estudio.
También midieron el grosor del cerebro en las áreas del cerebro que controlan la emoción, la memoria y la función ejecutiva, que es la capacidad de una persona para planificar, concentrarse y gestionar múltiples tareas. De las 68 regiones cerebrales que se midieron, 54 tuvieron una trayectoria cambiante, con medidas de grosor que se estabilizaron en el caso de los luchadores retirados y que disminuyeron sutilmente con el tiempo en el caso de los luchadores activos.
«Los resultados de este estudio sugieren una recuperación del funcionamiento cognitivo en los luchadores que ya no están expuestos a golpes repetitivos en la cabeza –señala Ritter–. Se necesitan investigaciones futuras para determinar si hay un momento en la carrera de un luchador en el que la recuperación es menos probable o para identificar los factores que podrían indicar un mayor riesgo de desarrollar una condición neurodegenerativa».