El Instituto Cervantes ha inaugurado hoy una muestra en honor a la memoria de Ana María Matute (Barcelona,1925 – Barcelona, 2014) y en la que se rescatan sus primeras obras escritas en libretas e ilustraciones desconocidas para el público, ejemplares que pasaron un largo tiempo en el silencio por la censura y la última palabra en la hoja de su máquina de escribir: «Mada», la tata de su novela inacabada ‘Demonios familiares’.
Esta exposición sirve como antesala de los actos que conmemorarán el centenario de su nacimiento a lo largo de 2025 y cuando se cumplen diez años de su muerte. Comisariada por la editora y filóloga María Paz Ortuño Ortín, el título de la exposición ‘Ana María Matute. Quien no inventa no vive’ hace referencia a la defensa de la invención de historias como valor supremo y forma de estar en el mundo que la autora y académica siempre llevó a gala, según el Cervantes.
La exposición también resalta la postura de la autora contra la censura y su lucha para salir del «encasillamiento» de literatura para niños que le otorgó en algún momento la crítica de su tiempo. El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha hecho alusión a esa idea que circulaba respecto a la literatura de Matute, recordando que fue la creadora de «libros definitivos» como ‘Los hijos muertos’. «Cuando se habla de una literatura infantil estamos ante prejuicios contra una autora que, a pesar de apostar por el realismo, era consciente de que no podía olvidarse de la fantasía ni de la realidad como invención», ha señalado.
Para García Montero, la apariencia de «fragilidad y ternura» de la escritora podía «llevar a engaño», puesto que se trataba de alguien que «iba por la vida muy segura y firme, sin confundirse con la soberbia y el elitismo». El director de la institución ha aludido, asimismo, a ese momento de la censura en la carrera de Matute que llevó a su libro Luciérnagas a estar varios años sin volver a publicarse.
La exposición ‘Ana María Matute. Quien no inventa no vive’ ofrece un exhaustivo recorrido por su vida y su obra. El trayecto está dividido cronológicamente en cuatro etapas, referidas a su infancia, juventud, madurez (que refleja a su vez la terrible depresión que arrastró durante este período) y a su renacer.
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Numerosas fotografías, objetos personales, cartas o dibujos de la autora ayudarán a profundizar en su conocimiento, y a descubrir facetas desconocidas, como la de dibujante y pintora, gracias, entre otras piezas, a las deliciosas pinturas que realizó para Olvidado Rey Gudú (1996), su novela más querida.
No obstante, antes de esos dibujos Matute, quien pensó incluso dedicarse a la pintura de manera profesional, ya había decidido acompañar sus obras con retratos imaginados de algunos de sus personajes (y que no se llegaron a publicar junto a las obras). Otra muestra de esta pasión por las acuarelas y pinceles es su ‘Autorretrato’ hecho a los 14 años y que también alberga esta exposición.
El visitante tambien podrá apreciar originales como la libreta escolar en la que escribió a mano ‘Pequeño teatro’, obra que presentó a los 19 años en la editorial Destino y supuso el inicio de su carrera literaria. La muestra exhibe asimismo para su lectura un cuento inédito de la colección de relatos ‘Los niños tontos’ (1956), ‘El ahogadito’, que la censura no aprobó.
Acercarse a su proceso creativo también será posible gracias a las páginas originales de sus obras, que muestran las correcciones y cambios que continuamente realizaba y también será posible oír su voz en diferentes puntos diseminados por la exposición.