El cineasta vasco Víctor Erice, que recibe este viernes el segundo Premio Donostia 2023 del 71 Festival Internacional de cine de San Sebastián, donde presenta su último trabajo ‘Cerrar los ojos’, ha afirmado que «desconfía de la leyenda épica» sobre él, con la cual, ha confesado no reconocerse «en absoluto». Asimismo ha rechazado que esta película sea «testamentaria», al tiempo que ha confesado que para él el cine ha sido una experiencia «existencial».
En rueda de prensa en San Sebastián, Erice, muy emocionado y luciendo una camiseta de los hermanos Lumiére, se ha referido a la sanación a través del arte, a través de las «músicas, libros, películas que, de repente, irrumpen en nuestras vidas y nos modifican» de forma que crecemos «en conocimiento».
Así se ha referido al también artista vasco Jorge Oteiza, según el cual, como ha recordado «el arte tenía que tener esa función sanadora para que, a partir de ahí, el artista pudiera pasar a la enseñanza». «Pasar del arte a la educación implica ese proceso de sanación», ha incidido.
Erice, que ha pedido «perdón» por «revestirse de la protección de grandes maestros a los que no llego ni a la suela del zapato», ha explicado que lo que le ha llevado a hacer ‘Cerrar los ojos’ ha sido «la más convencional de las necesidades, una reproducción de la existencia».
Además, ha confesado que al igual que a aquellos de su generación, el cine le ha dado, en «tiempos de miseria», en alusión «a la falta de libertades elementales», que «a través de una película, durante unas horas, podíamos ser ciudadanos del mundo y elegir a nuestros maestros».
Erice ha abogado por «la creatividad de un cineasta que no pretende estar haciendo arte». «Yo no lo he pretendido, esa es la aventura de la creación, o surge o no surge», ha confesado.
También ha reflexionado sobre los cambios experimentados en el cine y ha afirmado que, «del proyecto original de los hermanos Lumière, solo queda ya la sala cinematográfica».
En todo caso, ha opinado que «una verdadera película reclama como medio natural absoluto la sala cinematográfica», que debe verse, a su juicio, «como una experiencia ciudadana compartida». «El desarrollo tecnológico nos ha conducido a que el hecho de ver una película tenga lugar en la privacidad doméstica, que no es lo mismo», ha opinado, para, a continuación, reivindcar esa «experiencia pública».
Por otro lado, ha señalado que desconfía de la «leyenda épica» en torno a su persona, que «está muy bien como elemento publicitario» de una película, pero con la cual no se reconoce «en absoluto».
En este contexto, ha señalado que él no considera que haya estado 30 años sin hacer cine, porque, fuera del marco del audiovisual, donde solo se contabilizan los largometrajes, hay verdadera vida». «La mayor vitalidad de lo que pueda ser el cine se da en la periferia del sistema», ha señalado.
Erice ha rechazado que ‘Cerrar los ojos’ sea una película «testamentaria» como se ha dicho, porque, si acepta eso, no tiene «más destino que el museo de cera, la jubilación y el cementerio». «Comprenderán que me resista», ha añadido.
Preguntado por lo que fue para él recoger la Concha de Oro por ‘El espíritu de la colmena’ hace 50 años, Erice ha señalado que recuerda de aquel momento «que la mitad del cine pateaba y la otra mitad aplaudía», lo cual «era un índice de su vitalidad y de que fue una película hecha a contra tiempo, o contra el tiempo, para lo que eran las pautas y convenciones del cine de ese momento».
Por otro lado, junto a parte del equipo de ‘Cerrar los ojos’, como el actor José Coronado, el actor Mario Pardo y las actrices Ana Torrent y María León, ha rechazado que ésta sea una película «nostálgica», aunque es «evidente» que hay «un antes y un después».
«Lo que sí tiene la película es que por un momento vi sobrevolar el ángel de la melancolía al final, algo muy distinto a la nostalgia», ha señalado, para añadir que, además, todos los personajes tienen algo de él y hay un «componente autobiográfico».
También ha destacado la importancia que para él tiene el «azar» en su cine, pese a que, normalmente, «las cosas están hechas de tal manera que el azar no intervenga en el desarrollo de una película».
«Para mi el cine siempre ha sido una experiencia profundamente vital y me lanzo a la aventura», ha apuntado. A su juicio, «una película es un organismo vivo que deben incorporar factores recreadores en cada fase, que no sean procesos inertes» ha subrayado.
También ha indicado que, pese a los cambios que ha experimentado el cine, «aún hay un factor de recepción que para mí es universal, elemento primordial de la comunicación, la emoción».
Para Erice, «el cine crea una cierta fraternidad universal» y a través de las películas «se tiene la sensación de pertenecer a una familia». «Más allá del hecho cultural, uno encuentra ese efecto de fraternidad en otros cineastas», ha indicado.
Por su parte, el actor José Coronado, ha confesado que «ha sido un privilegio trabajar al lado de este gran maestro y gran persona» que hace un «cine de una honestidad y autenticidad difícil de encontrar en estos tiempos». «Con él tienes que entregarte y hacer un ejercicio de humildad, porque él es el único que sabe dónde va su arco», ha señalado.
Además, ha confesado que, para interpretar este papel, tuvo que llevar a cabo un «despojamiento radical» de su persona y «tirarme a ese ruedo sin ningún tipo de artificio».
Pardo también ha señalado que Erice le pidió «la verdad» a la hora de interpretar y Torrent ha confesado que es «tremendamente emocionante» volver a San Sebastián con Erice porque, cuando trabajó con él en ‘El espíritu de la colmena’, era «una niña fascinada con el cine, confundiendo realidad y ficción y ahora es una experiencia totalmente diferente». Finalmente, María León ha confesado que trabajar con Erice le ha «modificado un poquito para bien».