El Mar Mediterráneo es el que más rápido se está calentando en todo el mundo, a un ritmo un 20 por ciento más veloz que la media mundial a consecuencia del cambio climático, pero además sufre una «grave presión» a consecuencia por la sobrepesca, la contaminación, el comercio marítimo y el desarrollo costero, según un informe de WWF con motivo de la celebración del Día Mundial de los Océanos.
La ONG reclama a los líderes mundiales, coincidiendo con la efeméride que fortalezcan la biodiversidad a través de las acciones climáticas y los mecanismos financieros acordados en la Convención de la Diversidad Biológica, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) y la Convención de Barcelona, que tendrán lugar durante la segunda mitad del 2021.
Así, la ONG señala que la ‘tropicalización’ del Mediterráneo, la pérdida de biodiversidad o la degradación de los hábitats marinos son algunos de los impactos más destacados que está produciendo el cambio climático en el Marenostrum.
El estudio de WWF analiza seis ejemplos de los impactos que afectan a este mar que ya está sobrecalentado. En concreto, advierte de que una e las consecuencias de la tropicalización es la aparición de nuevas especies y la ONG calcula que al menos 1.000 especies invasoras han aparecido desde zonas más cálidas al Mediterráneo desplazando a las autóctonas, una tendencia también favorecida por el intenso tráfico marítimo del Canal de Suez o el Estrecho de Gibraltar.
Por el contrario, las poblaciones de moluscos autóctonos han disminuido en un 90 por ciento en las aguas más orientales de este mar. Por ejemplo, especies como el pez león y el pez conejo suponen el 80 por ciento de las capturas en Turquía o Chipre y han transformado buena parte de los hábitats marinos.
Asimismo, el estudio indica que las altas temperaturas y el incremento tanto en la frecuencia como en la intensidad de las tormentas están transformando el fondo marino. Las praderas de Posidonia oceánica, las poblaciones de gorgonias (corales) y las nacras, entre otras, se han reducido en toda la región e incluso en algunas zonas se han llegado a extinguir totalmente.
La acidificación de los océanos a escala global provocada por el cambio climático ocasiona el debilitamiento en las estructuras de organismos como el fitoplancton, los corales, los moluscos o los crustáceos. El estudio alerta de que perder estas especies por completo tendría un impacto dramático en todo el ecosistema marino, ya que proveen hábitats vitales para muchas especies y contribuyen de forma significativa a fijar carbono para el clima.
Por ejemplo, la Posidonia oceánica almacena entre un 11 y un 42 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono de los países del Mediterráneo.
Se refiere también el informe a la explosión de medusas que sufre el Mediterráneo, que se ve favorecida por el aumento de la temperatura del agua, la contaminación y la progresiva desaparición de depredadores marinos, como consecuencia de la sobrepesca.
En este contexto, el experto en áreas marinas protegidas de WWF España, Óscar Esparza, denuncia que hasta que no se consiga una transición ecológica y descarbonizar la economía, la «mejor forma» de proteger y conservar los ecosistemas marinos frente al cambio climático es mantener unos ecosistemas saludables, en equilibrio que tengan una mayor capacidad natural para adaptarse a los cambios.
«Las áreas marinas protegidas, bien gestionadas, pueden contribuir mucho a reducir el estrés en las poblaciones marinas», ha subrayado el experto que subraya la «fuerte relación» entre el clima y los océanos así como la necesidad de mejorar la protección marina para restaurar la biodiversidad y las poblaciones de peces.