El Museo Ruso de Málaga acoge la muestra ‘Sputnik. La odisea del Soyuz 2’

Redacción

La Colección del Museo Ruso expone desde este martes la muestra ‘Sputnik. La odisea del Soyuz 2’, que recorre uno de los episodios más trágicos e increíbles de la historia de la conquista del espacio, como fue la desaparición del cosmonauta Iván Istochnikov en 1968 en pleno vuelo, víctima de una operación fallida de la nave Soyuz 2.

Producida por la Fundación Sputnik de Moscú, la exposición, que se podrá contemplar hasta el 23 de abril de 2023, está comisariada por el profesor Joan Fontcuberta, representante de esta institución en la Unión Europea, y coordinada por Sem Kostakovich, colaborador en España y Portugal de dicha fundación.

Los detalles de ‘Sputnik. La odisea del Soyuz 2’, donde se establece un diálogo entre el arte y la ciencia, se han dado a conocer en un acto en el que han participado el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; la concejala del Área de Cultura y Deporte, Noelia Losada; la directora de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación «la caixa», Nimfa Bisbe; el director comercial de Andalucía Oriental Sur de CaixaBank, Gerardo Cuartero; el director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros Equipamientos Museísticos y Culturales, José María Luna; y el comisario de la exposición, Joan Fontcuberta.

La exposición presenta uno de los más enigmáticos episodios de la carrera espacial, como es la epopeya de la Soyuz 2 y plantea que esta nave se lanzó al espacio el 25 de octubre de 1968 con el coronel Iván Istochnikov y la perra Kloka a bordo. Por motivos aún desconocidos, el cosmonauta desapareció al intentar llevar a cabo el acoplamiento en órbita con la nave gemela Soyuz 3.

Según la muestra, las autoridades soviéticas no quisieron reconocer la pérdida de un hombre en el espacio y arguyeron que la Soyuz 2 era una nave manejada por control remoto y sin ningún piloto a bordo. La exposición cuenta que para dar crédito a esta versión, las fotos de Istochnikov «fueron manipuladas, los compañeros, chantajeados y la familia fue confinada a Siberia». A efectos oficiales, el cosmonauta Istochnikov no habría existido nunca. La historia se reescribía según los dictados de unas oscuras ‘razones de Estado’, han explicado en un comunicado.

Solo con la caída del comunismo y la llegada de la perestroika terminó el pacto de silencio que se había cernido sobre la misión de la Soyuz 2 «y la inexplicable desaparición del piloto Istochnikov». En los años 90, la glásnost permitió desclasificar los documentos secretos y los investigadores pudieron recuperar el hilo de los acontecimientos, expone la muestra.

A partir de los datos actualmente disponibles, la Fundación Sputnik, creada al amparo de la perestroika para esclarecer casos oscuros del programa espacial soviético, ha reunido objetos, fotografías y documentos inéditos, que se presentan en esta exposición y que permiten reconstruir por completo esta apasionante y trágica odisea, «que todavía hoy resulta absolutamente increíble».

Pero la muestra juega con realidad y ficción. Joan Fontcuberta, representante de la Fundación Sputnik y comisario de la exposición, ha señalado en la presentación que la exposición «cuenta hasta qué punto los hechos pueden ser manipulados y cómo se tergiversa». «Con el pretexto de un caso de estudio, nos hará pensar», ha dicho, apuntando que su trabajo es «desvelar los mecanismos del engaño, no pretendo nunca engañar», sino «poner trampas para que el espectador sea capaz de descubrirlas por su cuenta».

Ha explicado que «más allá del esplendor del cosmos y del cariz épico revelado en estas imágenes rescatadas de la censura y de la propaganda soviética, esta exposición es también la denuncia de una gran impostura».

Ha indicado que el espectador «atento no dará crédito a sus ojos. La fotografía contribuye a la construcción de conciencias, pero, por encima de todo, nos habla de su propia fragilidad como documento. Aquí vemos cómo un poder totalitario manipula la información y utiliza la tecnología para tergiversar la realidad, pero, de hecho, es toda la credibilidad de la imagen fotográfica lo que queda críticamente en entredicho».

«La fotografía siempre la hemos considerado un testimonio, una transcripción literal de la realidad», ha señalado el autor, quien ha indicado que a partir de un determinado momento los fotomontajes podían mostrar «ficciones, sueños, elementos inventados como si fuesen reales».

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