El Papa Francisco ha señalado que «la peor enfermedad no es la pandemia sino la falta de amor». «Que Jesús mire nuestros corazones y los sane, abandonando las apariencias y los prejuicios, saliendo al encuentro de los hermanos marginados», ha dicho.
Este domingo el Papa ha rezado la oración mariana del Ángelus asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano junto a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Reflexionando sobre la lectura del Evangelio dominical, el Santo Padre ha analizado el momento en el que Jesús «se tropieza con las dos situaciones más dramáticas como humanidad, la muerte y la enfermedad».
«De ellas libera a dos personas: una niña, que muere justo cuando su padre ha ido a pedir ayuda a Jesús; y una mujer, que desde hace muchos años tiene flujo de sangre, lo cual en aquella época la convertía en una mujer ‘impura'», ha relatado.
En este sentido, el Papa ha explicado: «Jesús se deja tocar por nuestro dolor y nuestra muerte, y obra dos signos de curación para decirnos que ni el dolor ni la muerte tienen la última palabra. Nos dice que la muerte no es el final. Vence a este enemigo, del que solos no podemos liberarnos».
Centrándose en la curación de la mujer, especialmente en este momento en que la enfermedad sigue ocupando el centro de las noticias en el marco de la pandemia, el Pontífice ha subrayado que la peor enfermedad de la vida «es la falta de amor, es no poder amar, algo de lo que seguramente sufría al ser marginada socialmente y tener su corazón herido».
«En este época hemos comprendido como humanidad, más profundamente, lo importantes que son el contacto y las relaciones», ha apuntado Francisco, para quien es «fundamental buscar la mirada de Jesús».