En 1998, cuando Porsche comenzó el desarrollo del Cayenne, una de las primeras tareas fue buscar localizaciones para ponerlo a punto. Casi por casualidad dieron con unas instalaciones en Basella, Lérida. Tan satisfechos quedaron los técnicos de la marca, que hoy continúan haciendo uso de ellas.
Para Porsche, crear un modelo como el Cayenne suponía entrar en un terreno inexplorado. En 1955 había presentado el 597 Jagdwagen, como respuesta a un concurso del Ejército alemán, pero se trataba de algo muy diferente, un sencillo todoterreno militar.
El Cayenne iba a definir un nuevo segmento como vehículo merecedor del nombre Porsche por su respuesta en carretera y, además, por su capacidad para circular por terrenos abruptos, blandos o deslizantes. Para lo primero no había dificultad, dada la experiencia y el conocimiento de la marca en coches deportivos. Lo segundo, en cambio, fue un gran desafío.
Una de las primeras dificultades era encontrar las localizaciones adecuadas para pruebas. Aparte de zonas de frío y calor extremos, fue preciso buscar un lugar relativamente cercano a Alemania para facilitar la logística, con pistas y terrenos variados, suficientemente extensa y que ofreciera la privacidad neccesaria. Por casualidad, un miembro del equipo de Porsche se fijó en un anuncio alemán donde se ofrecían experiencias de conducción todoterreno en España. El promotor era un aficionado al mundo de las motos y coches de campo que, a principios de los 90, descubrió Basella y se enamoró de ese entorno. Contactaron con él y ahí empezó todo.
Que las marcas vinieran a desarrollar modelos a España resultaba relativamente normal en esa época. Uno de los lugares preferidos era Granada, porque en ningún otro punto de Europa hay una distancia tan corta entre el nivel del mar y un puerto de casi 3.000 metros de altitud. Además, la densidad del tráfico fuera de las rutas principales era entonces mucho menor que en otros lugares de Europa y la cantidad de horas de sol permiten aprovechar muy bien el tiempo.
Lo que no era tan habitual era realizar pruebas fuera de carretera, aunque las condiciones también resultaban ideales para ello. Ese centro de actividades de todoterreno que interesó a Porsche estaba en el municipio de Basella (Lérida), dentro de la comarca del Alto Urgel. Parte del término municipal, incluyendo el antiguo núcleo urbano, había quedado inundado tras la construcción del embalse de Rialb. El centro de actividades estaba precisamente alrededor de ese punto.
Los técnicos de Porsche quedaron muy satisfechos con lo que ofrecía Basella. Lo seleccionaron para uno de los pasos previos: formar a quienes iban a efectuar el desarrollo, de cara a mejorar sus conocimientos y su habilidad en la conducción fuera de carretera. Para ello, se hicieron con varios modelos de la competencia, los más prestigiosos de aquel momento. Después de ese proceso, llevaron a cabo la puesta a punto de los prototipos, tanto en sus aspectos mecánicos como en los nuevos sistemas electrónicos de ayuda a la conducción, específicos para un todoterreno. El trabajo fue muy satisfactorio gracias a la variedad de terrenos de las instalaciones. Uno de los puntos que les sorprendió es la rampa que los técnicos alemanes bautizaron como “Estanis Hill”, que tomaba el nombre de Estanis Soler, uno de los propietarios.
La relación entre Porsche y el Centro de Basella continúa hasta hoy. No solamente se ha hecho allí parte del desarrollo de todos los modelos siguientes para circular fuera de carretera, sino que actualmente es la ubicación de la Off Road Experience de Porsche Ibérica. Se trata de una actividad altamente recomendable para quienes tengan algún interés en la conducción todoterreno con Porsche y, además, tiene el aliciente de conocer un pequeño trozo de la historia del Cayenne.