El futbolista brasileño Robinho (36 años) no está pasando por su mejor momento. Poco queda del jugador que dominaba la pelota en Real Madrid, Manchester City o AC Milán. El extremo está a punto de entrar entre rejas por participar supuestamente en una violación grupal en una discoteca en 2013.
El tribunal de Milán le sentenció a 9 años de cárcel, condena que todavía no ha empezado a cumplir. A principios del mes de octubre el Santos anunció la vuelta del hijo prodigo, lo que trajo un aluvión de críticas, incluso por parte de los patrocinadores que mostraron su rechazo absoluto ante la posible incorporación del jugador, al que han acabado por rescindir el contrato.
La última de las críticas viene de la ministra de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos de Brasil, Damares Alves, quien declaró en varios medios que el jugador debería entrar directamente a la cárcel y cumplir con su condena en su país de origen o en el país donde fue juzgado. La ministra anuncia que no entiende con las pruebas que hay que el jugador siga en libertad. La política se refiere a las llamadas telefónicas, ofrecidas por el medio GloboEsporte, donde Robinho declara que no le importa el asunto puesto que «la mujer estaba completamente borracha». Alves muestra su desprecio absoluto ante la actitud del futbolista y se niega totalmente a que sea considerado como un héroe en su vuelta a su equipo de origen.
A pesar de las críticas de la mandataria y de gran parte de la nación, la condena emitida por la Justicia Italiana no termina de ser firme. En ese caso el jugador todavía no puede entrar en la cárcel, ante la posibilidad de un recurso que le declare inocente. Durante los próximos se terminará de aclarar la situación y se decidirá si el brasileño acaba entrando en prisión o permanece en libertad.