El hallazgo de un premolar, estudiado junto con varios antecedentes y las actuales técnicas analíticas, ha permitido datar uno de los dos esqueletos humanos que vieron los descubridores de la Cueva de Nerja (Málaga) el mismo día en que se adentraron en la cavidad por primera vez el 12 de enero de 1959.
La datación de este premolar establece la edad del esqueleto en 3.690 años antes del presente, han informado desde la cueva, apuntando que esta investigación supone un nuevo avance en la historia de la cavidad y en su conocimiento científico.
Según han explicado a través de un comunicado, los dos esqueletos desaparecieron en los confusos meses posteriores al descubrimiento, pero siempre han sido importantes en la crónica de la Cueva de Nerja gracias al relato de sus cinco exploradores.
Con el objetivo de ir conocimiento más, se han ido realizando trabajos de prospección en la zona de la Sala de los Fantasmas –donde se hallaron– para tratar de encontrar algún dato relevante sobre esos enterramientos.
Fruto de esta labor, el equipo del Instituto de Investigación de la Cueva de Nerja halló en el suelo de dicha sala una pieza dentaria humana y varios fragmentos óseos también humanos, incluyendo un metacarpo, con alta probabilidad de correspondencia con los depósitos funerarios relatados.
El estudio de la pieza, un premolar inferior derecho ha proporcionado datos muy interesantes y una datación muy precisa de la pieza. Así, se sabe que perteneció a un individuo cuya muerte se produjo en torno a los 15 años de edad, además presenta algunas líneas en el esmalte que indican que experimentó un déficit alimenticio coincidente con el final de la lactancia.
También, se observa un ligero desgaste, que puede haber sido causado por su tipo de alimentación o por el empleo de la boca como tercera mano en tareas domésticas o artesanales. Su dieta era típica terrestre, siguiendo los patrones del consumo alimentario que se observa desde el Neolítico en adelante.
Si a la cronología determinada se une la ubicación del depósito funerario colocado sobre el suelo de la sala y en un espacio abierto –lo que supone un cambio de ritual en relación con los espacios elegidos durante el Neolítico y el Calcolítico inicial– se puede adscribir este tipo de enterramiento a las etapas finales del Mundo Campaniforme andaluz, que sería la última fase prehistórica de ocupación de la cueva.
La pieza dental ha sido estudiada por el Instituto de Investigación de la Cueva de Nerja mediante técnicas de microscopía binocular y macrofotogrametría de alta resolución, junto con el antropólogo Ivan Sánchez. Además se ha enviado a los laboratorios Beta Analytic, especializados en dataciones, para las que combinan el estudio radiocarbónico con otras técnicas.
Con una cronología exacta, un tipo de rito funerario, un espacio elegido para el depósito y algunos materiales ha permitido la datación de al menos uno de estos dos esqueletos encontrados en la Cueva de Nerja, a causa de los cuales los cinco descubridores decidieron salir de la cavidad de forma inmediata.
Así, al llegar a la ahora denominada Sala de los Fantasmas, los descubridores los encontraron en el suelo y pensaron que se trataba de dos personas que antes que ellos se habían adentrado en la gruta y habían fallecido al no poder encontrar la salida, sin ser conscientes, en ese momento, de que pudiera tratarse de esqueletos prehistóricos.