‘Eros y el Titán posmoderno’, de Pedro Fuentes, un buen libro para regalar

Remitido

Llega a las librerías el nuevo ensayo filosófico de Pedro Fuentes, “Eros y el Titán posmoderno. Visiones”, editado por Cuadernos del Laberinto. El autor, a través de un ameno análisis, nos invita a reflexionar sobre la importancia del «verdadero Eros», que representa la pulsión de vida y la búsqueda de equilibrio y armonía, en contraposición al «falso Eros» que se manifiesta en comportamientos autodestructivos y en la alienación provocada por la tecnología. También se destaca la necesidad de un regreso a un humanismo que valore la singularidad de cada individuo, en lugar de caer en el individualismo competitivo.

Además, el texto plantea preguntas provocativas sobre nuestra relación con la tecnología y la forma en que esta puede deshumanizarnos, convirtiéndonos en «hombres-máquina». La obra sugiere que es fundamental fomentar un juicio crítico y una educación que integre las humanidades para recuperar el sentido de Eros en nuestras vidas.

«Eros y el Titán Posmoderno» es una obra que explora la intersección entre el deseo y la cultura contemporánea, a menudo a través de una lente crítica que examina cómo estos elementos se manifiestan en la sociedad posmoderna.

El libro aborda la forma en que el concepto de Eros —que en la mitología griega representa el amor y el deseo— se enfrenta a las realidades de la posmodernidad, un periodo caracterizado por la fragmentación, el escepticismo y la diversidad de perspectivas. A través de este enfoque, el filósofo Pedro Fuentes, explora las relaciones humanas y la intimidad se ven afectadas por la cultura de consumo, la tecnología y las dinámicas sociales contemporáneas.

El texto combina elementos de filosofía, sociología y psicología para inducirnos a plantearnos la libertad que nos concede la propia necesidad. Sin duda un tratado fascinante y un acertado regalo navideño para mentes inquietas.

¿Qué va a encontrar el lector en su nuevo libro “Eros y el Titán posmoderno. Visiones”?

Este nuevo ensayo le entrega al lector una necesaria reflexión sobre la psicología, el sentimiento y la conducta que guía al ser humano en el mundo actual.

A mi juicio, resulta revelador llegar a entender como la sociedad del siglo XXI ha abandonado progresivamente el sentido de Eros (equilibrio y armonía) por entregar su existencia al Titán construido desde un pensamiento egocéntrico, materialista y utilitarista.

Sus páginas reclaman la verdad de la tradición clásica para así poder evaluar la posmodernidad de un falso Eros.

Es una invitación al rescate del sentido trascendente de la existencia, donde la esperanza pueda desbancar al desánimo que envuelve a este primer cuarto de siglo.

¿Qué son las visiones, ese subtítulo tan insinuante?

En la última etapa de construcción del ensayo padecí cierto desasosiego que se tradujo en algunas noches de vigilia.

En sueños posteriores, quizá motivado al revisar la película «Metrópolis» de Fritz Lang caracterizada por representar una simbología de la IA, transcribí en el texto unos números que poseían una visión concreta.

A partir de ese momento el ensayo se reconvirtió en una revelación nacida de un temor hacia el auge de la Inteligencia Artificial.

Son unas visiones a través de los sueños provocados por el trabajo de investigación y noticias actuales tales como la guerra, el dolor, la falsedad y la falta de creencia espiritual.

¿Cómo definirías el «verdadero Eros» en contraste con el «falso Eros» en la práctica cotidiana de las personas en la sociedad actual?

En el transcurso de estos últimos años, al trabajar sobre el ensayo, se fue acrecentando una especie de síndrome de pensamiento. Ese Eros de la tradición clásica se sustituye por una ingeniería social que pretende explicar y dar soporte a la existencia del ser humano. Pero es falsa, sin profundidad espiritual, sin pensamiento. Cada vez conocemos menos porque sabemos menos. Los contenidos intelectuales han perdido esencia en sus propios conceptos para dar paso al efecto, lo inmediato, la moda y la vista puesta en un futuro tecnológico.

Se ha instalado la banalidad de la conveniencia social frente a la trascendencia.

Lo vemos en los comportamientos sociales del día a día. Es cierto que el avance del pragmatismo ayuda a crear el falso Eros y no deja espacio al ser humano existencial. El Eros se refleja en la construcción del juicio crítico. El falso Eros se manifiesta en una sociedad competitiva y egoísta. Es la dicotomía entre el Ser existencial y el Ser esclavo en su propio cansancio vital.

Mencionas la necesidad de un humanismo que valore la singularidad de cada individuo. ¿Qué pasos concretos crees que se pueden tomar en la educación para fomentar esta visión?

Hay que recuperar el ámbito de las Humanidades. No es fácil en una sociedad consumista y tecnológica, pero por nuestras generaciones venideras tenemos la obligación de intentarlo. Creo que recuperar el estudio del pensamiento es una misión y obligación del Estado y de las familias.

Desde el Ministerio de Gobierno se deben recuperar los planes de estudio del mundo de las letras y remarcar más la necesidad de esforzarse en el trabajo intelectual, de entender la existencia desde la filosofía y el arte, desde la cultura. Ya sabemos que nuestros jóvenes, salvo las excepciones, conocen muy poco del ámbito de las Humanidades.

Volver a la filosofía en la ESO y el bachiller es necesario. Pero, el ejemplo adulto es muy importante. No se debe premiar lo banal, lo efectista y mucho menos las ideologías demagógicas.

Es la sociedad adulta la que construye el armazón educativo y cultural y, es por ello, una enorme responsabilidad.

Debemos potenciar el aprendizaje de la historia y de la poesía, el equilibrio de la razón y la imaginación. Y además es fundamental que los niños jueguen con los ámbitos de la creatividad y no de la competitividad. Por eso deben de hacer un uso adecuado de la tecnología, plataformas, móviles…

En tu ensayo, criticas el dominio de la tecnología. ¿Cómo crees que podemos encontrar un equilibrio entre los avances tecnológicos y la necesidad de una vida espiritual y emocional plena?

Ese Titán posmoderno está descrito en el ensayo como un falso Eros que se siente ausente de un sentido trascendente.

La ausencia de Dios en las sociedades contemporáneas se manifiesta de manera evidente. No es tanto una cuestión de disensión con las religiones sino la proyección de un vacío existencial de los seres humanos. Nos hemos acostumbrado a tener de todo y de forma rápida. Esto, destruye silentemente la paciencia, la humildad y la ilusión. Si vivimos una vida sin paciencia, sin humildad y sin ilusión, la psicología del ser humano necesita buscar una especie de nueva alma que provea lo que siempre necesitará. Y ahí es donde creo que entra la tecnología, por su carácter de inmediatez y, a veces, repleta de contenidos falsarios carentes de verdad. Es una sociedad prometeica que se siente como un dios.

Cuesta desproveerse del carácter tecnológico actual para poder pensar y elevar el sentido interno del hombre hacia la trascendencia.

Una vez más, los constructores de una ideología tecnológica, los adultos, imponen una perversión integra hacia los jóvenes, quienes son la sociedad del futuro.

La vida espiritual se potencia con la calma, el estudio, el silencio y el conocimiento de las verdades universales, como el amor fraterno.

Por eso creo que para volver a una introspección espiritual debemos aminorar el uso e influjo de algunos aspectos tecnológicos, por ejemplo el de las redes sociales.

La tecnología no es el ser humano, es tan solo una herramienta de este. Por ello es muy importante la labor en la educación familiar sobre el uso de la misma y entender como ciertos usos tecnológicos nos enmarcan en una vida fácil como patrón de felicidad y, esto, es una falsedad.

¿De qué manera crees que las ideas de Platón sobre Eros pueden ser aplicadas a los desafíos contemporáneos que enfrenta la humanidad?

La cuestión es volver a un equilibrio y una armonía social mediante el pensamiento y el juicio. Ahí es donde está Platón. ¿Recuerdan aquel libro de «Más Platón y menos prozac»?

Para avanzar en el pensamiento, son los adultos los que deben omitir la banalidad social y el efecto que provoca. Comportamientos e ideologías perniciosas nos alejan de Eros y con el ruido que generan destruyen la sociedad.

El juicio crítico solo se puede alcanzar con esfuerzo en el trabajo, con la fortaleza ante la pereza y con la valentía para rechazar la falsa verdad posmoderna y su falta de objetividad. En este sentido el desarrollo intelectual es muy importante para evitar la hegemonía del relato.

Resulta doloroso ver como el decálogo de Goebbels para construir un relato está presente noventa años después.

Necesitamos volver a pensar para existir y no que piensen por nosotros. Sartre decía «que el hombre está condenado a ser libre».

¿La tecnología nos hace libres? ¿La IA nos hace libres? Son preguntas que nos deberíamos hacer e intentar tomar nuestras propias decisiones.

¿Cómo propones que las personas superen el individualismo que caracteriza al «hombre-máquina» en la actualidad?

Vivimos en un mundo donde se tiende a la igualación. Si, finalmente, llegáramos a ese hombre máquina, habríamos perdido cualquier posibilidad de autonomía. La alienación sería tremenda. Viviríamos en ese «Farenheit 451» e incluso resultaría incómodo el mundo de los libros para la sociedad.

Curiosamente, el existencialismo propone la capacidad de decisión para ser uno mismo, no un borrego detrás de las ideas de otros, pero ese individualismo que se necesita para ello, debe ser entendido dentro de un proceso de integración en la sociedad y así construir una sociedad mejor. Si la tecnología nos llevará al hombre máquina, entonces, nos alejaríamos de ese proceso existencial.

Ese individualismo malentendido y aplicado también constituye el falso Eros.

Quizás nos pueda llevar a encerrarnos en nosotros mismos y, a eso, ayuda mucho la tecnología de las comunicaciones.

Para liberarse de ese individualismo, las Humanidades, el pensamiento de la tradición clásica es necesario. Su descubrimiento nos hace más espíritu y menos máquina. La cuestión es si a los gobiernos les interesan los seres en el espíritu. Conocer es dejar de ser esclavo de cualquier tipo de ideología.

¿Qué papel crees que deben jugar las humanidades en la formación de una sociedad más equilibrada y menos centrada en el materialismo?

Las Humanidades son la llave de nuestra libertad. Los hombres educados en ellas construyen sociedades más humanas, resilencia a las ideologías, reducción del ego, sociedades menos abatidas por el afán competitivo, apertura a la esperanza y a la fortaleza, mayor pensamiento crítico.

El hombre se empieza a preguntar por lo que es realmente lo importante.

La realidad es que el problema del mundo, como siempre, es la falta de amor. Las Humanidades nos ayudan a descubrir la existencia del espíritu para llegar a nuestra esencia. Nuestro yo más íntimo.

Precisamente nos ayudan a construir un juicio crítico necesario para vivir y convivir.

Nos invita a la reflexión y contemplación del mundo desde el Eros, equilibrio y armonía.

¿Cómo ves la relación entre Eros y Tánatos en la vida diaria de las personas? ¿Crees que hay un predominio de uno sobre el otro en la actualidad?

Nuestra vida diaria está marcada por la prisa.

La prisa no ayuda a la reflexión y el estrés se adueña de nosotros. Vivimos en el Tánatos y nos lleva a un camino difícil. ¿Cómo es posible que una sociedad que tiene tantos recursos viva en el miedo, ansiedad, con cuatro mil suicidios juveniles al año? Resulta escalofriante. Evidentemente, esto es el Tánatos. ¿Cómo es posible que la sociedad sexualizada se adueñe de una sociedad fraternal? Eso también es el Tánatos. A veces tengo la sensación de que vivimos en una sociedad que se agota pero, no. Ahí está el ejemplo de nuestros jóvenes en la DANA. Enorme lección nos han dado nuestros «jóvenes de cristal». Si los adultos los ayudamos a salir del Tánatos, serán una gran generación. Hay que darles llaves para el conocimiento y menos tecnología dañina. Es una opción para escapar de la mediocridad que nos conduce a la estupidez social.

¿Qué lecciones crees que podemos aprender del mito de Prometeo en el contexto de la lucha entre el progreso tecnológico y la ética?

El progreso tecnológico es el signo de nuestro tiempo. Pero, no debemos caer en el error de sentirnos dioses. Sería un grave error y la propia creencia arrastraría la caída de los dioses. Ese Prometeo que da luz a la humanidad no debe convertirse en un Prometeo romántico, el Frankenstein de turno. Si la tecnología nos hace sentirnos como dioses, mal vamos. Ya nos pasó con la industrialización y con el liberalismo económico.

Vuelvo a insistir, la tecnología IA no es el Ser, es una herramienta del ser humano. En el caso de que fuera una herramienta nociva, debería ser abandonada.

Como decía Kafka: «Eres libre y por eso no estás perdido». 

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