Escoem elabora un informe sobre la perspectiva económica en España para 2024

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La economía española, en el horizonte de 2024, se encuentra en una encrucijada marcada por desafíos estructurales y oportunidades de crecimiento. La productividad, que se ha mantenido estancada, y el alto endeudamiento público y externo se perfilan como los principales escollos. Sin embargo, la solidez del sector exterior y el saneamiento del sector privado ofrecen un contrapeso significativo

Tras el impacto del Covid-19, la economía global se recuperó en 2021, pero las expectativas para 2022 y 2023 se ajustaron a la baja. Los retos persistentes, como las tensiones geopolíticas, han exacerbado la inflación y el aumento de los tipos de interés, ralentizando el crecimiento económico. La economía española, en el horizonte de 2024, se encuentra en una encrucijada marcada por desafíos estructurales y oportunidades de crecimiento. La productividad, que se ha mantenido estancada, y el alto endeudamiento público y externo se perfilan como los principales escollos. Sin embargo, la solidez del sector exterior y el saneamiento del sector privado ofrecen un contrapeso significativo. La clave para un avance sostenible radica en la capacidad de España para impulsar la productividad, integrando inversiones en tecnología y actividades de alto valor añadido que generen mejores salarios y una renta per cápita más robusta. La influencia de los fondos europeos Next Generation, junto con una política de reducción de cargas regulatorias y armonización fiscal, serán iniciativas esenciales para potenciar la economía y alinearla con los estándares de la eurozona. La combinación de estas medidas podría posicionar a España no solo para enfrentar sus retos económicos actuales sino también para fortalecer su Estado de bienestar y asegurar un futuro próspero.

«Los estudios prevén una desaceleración de la economía española, con un crecimiento del PIB del 2,2% en 2023 y del 1,6% en 2024, frente al 5,8 % de 2022»

Más allá de 2023, el Fondo Monetario Internacional ha actualizado sus previsiones de crecimiento mundial ajustándolo un 1,0%. A pesar de este recorte, España seguirá liderando el crecimiento en Europa. La inflación en España se sitúa en el 4,4 % en 2023 y se prevé que esta se reduzca al 3,0 % para 2024.

La situación del mercado laboral en España muestra signos de fortaleza, al bajar la cifra de parados de los 3M e incrementar notable la remuneración de los asalariados. Se vislumbra una resiliencia económica frente a la inflación, sin embargo, la persistente alta tasa de desempleo y el sobreendeudamiento público señalan una necesidad urgente de reformas estructurales. Las medidas tomadas durante la pandemia, como los ERTE, han demostrado ser amortiguadores efectivos contra el desempleo, mientras que el crecimiento del empleo y los salarios sugiere un mercado laboral dinámico. Con una tasa de paro proyectada en torno al 11.6%, España casi dobla la media de Europa. Esta elevada cifra de parados está principalmente motivada por el gran peso que tiene en la economía española, las actividades de escaso valor añadido, la productividad, la demografía o el alto volumen de pymes. Según Álvaro Iáñez, socio de Escoem, «En 2024, la economía española seguirá enfrentándose a importantes retos como son la inflación, el sobreendeudamiento, el encarecimiento de la financiación o las tensiones en las cadenas de suministros. En este contexto incierto, las empresas deben prepararse para dar respuestas ágiles».

En la era actual, marcada por la revolución de la inteligencia artificial, nunca se ha tenido un nivel de cambio tan constante y acelerado. Es crucial para las empresas adoptar una actitud que fomente la curiosidad, un aspecto emocional que impulsa la exploración, la investigación y el aprendizaje continuo. Las organizaciones deben comprometerse con el futuro, abrazando la innovación y la transformación digital, pero siempre manteniendo un equilibrio entre la adopción de nuevas tecnologías y sus valores fundamentales.

«El cambio casi nunca fracasa porque sea demasiado pronto. Casi siempre fracasa porque es demasiado tarde», Seth Godin

La era actual está siendo definida por la inteligencia artificial, que emerge como un poderoso catalizador de cambio. Esta tecnología está redefiniendo la productividad, fomentando la innovación y forjando nuevos paradigmas comerciales. A pesar de los desafíos evidentes, como la escasez de recursos y la incertidumbre que enfrentan numerosas organizaciones, es crucial no permitir que estos obstáculos se transformen en justificaciones para postergar decisiones importantes. La oportunidad de pasar de acciones tácticas a estratégicas es ahora, es el momento de forjar una perspectiva a largo plazo para los negocios y diseñar una estrategia adaptable que evolucione en consonancia con el esclarecimiento de incógnitas futuras. En palabras de Héctor Iáñez, socio de Escoem, «La automatización de procesos se perfila como un elemento esencial en el panorama corporativo, aportando un gran potencial a las empresas que la implementen. Por tanto, la irrupción de la tecnología en el control de procesos será un catalizador necesario para la innovación y la mejora continua».

La integración de la Inteligencia Artificial Generativa (GenAI) en el mundo empresarial representa un escenario bifronte. Por una parte, su capacidad para innovar y su rápida difusión exigen que las compañías la adopten en sus operaciones. Por otra, obstáculos como la incertidumbre y las barreras estructurales impiden su implementación, desalentando a muchos a iniciar proyectos que la empleen. Todas las empresas deben al menos plantear un método para formular una estrategia eficaz, exacta y maleable que se ajuste a este clima de indecisión. El primer paso es fijar metas alineadas con los valores y la misión de la empresa. La habilidad de la IA para replicar aspectos profundamente humanos, convierte el potenciamiento del talento humano en una meta estratégica esencial. Además, ante la creciente preocupación por los riesgos asociados a la IA, es vital construir confianza en las herramientas y sistemas implementados. David García, socio de Escoem, opina que «La adopción de la IA en el contexto económico actual, es clave para mantener la competitividad. Esta tecnología permite a las empresas ser más eficientes en el ámbito operativo y en la toma de decisiones».

Sin embargo, la IA por sí sola no es suficiente. El talento humano sigue siendo crucial para una implementación efectiva y una adaptación continua. Por tanto, la gestión de talento, con un enfoque en liderazgo renovado y cultura adaptativa, se vuelve indispensable para el éxito empresarial en estos tiempos de cambio constante. Los empleados motivados y comprometidos son más productivos y esenciales para crear un ambiente laboral positivo. Las organizaciones deben enfrentar los desafíos que las impiden crecer, como las trabas administrativas y regulatorias, la rigidez del mercado laboral y la dificultad de acceso a la financiación. Se puede consultar el informe elaborado por Escoem pulsando aquí

Fuente Comunicae

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