«El hombre es un ser social por naturaleza». Esta máxima expuesta por Aristóteles reconoce que toda persona desarrolla su personalidad desde una dimensión individual articulada a una dimensión social que le permite vivir armónicamente en comunidad.
Desde los primeros homínidos se hace evidente esta tesis, ya que su supervivencia se garantizaba gracias a una sociedad bien constituida en la que cada miembro se preocupaba por el bienestar de la manada. Esta relación, aparentemente vital, fue la génesis de las sociedades modernas, las cuales, a pesar de sus diferencias, siguen confirmando la tesis de Aristóteles, formulada hace más de dos milenios.
Las artes, en su conjunto, han servido como agentes catalizadores de construcción de comunidad y, entre ellas, la música ha tomado la batuta como fuente de creación colectiva. Es por esto que los docentes de la Escuela de Música La Clave se han propuesto hacer de la socialización en la música un elemento transversal a todas las cátedras que imparten en este centro de formación.
La relación entre música y sociedad
El aprendizaje musical es un acto integrador que requiere de un colectivo para su ejecución armónica y equilibrada. A pesar de las grandes proezas de algunos músicos talentosos, quienes en solitario logran ejecutar con destreza una amplia variedad de instrumentos, el quehacer musical siempre va a requerir de la presencia de un otro. Es por esta razón que en la enseñanza de la música se enfatiza en el trabajo colectivo y el cooperativismo, con el objetivo de que el músico en formación, de la mano de otros profesionales talentosos, pueda consolidar un proyecto exitoso, sea una banda, una orquesta, un estudio de grabación o una iniciativa de producción musical.
Para Escuela de Música La Clave, la música cumple una labor integradora muy valiosa que permite contrarrestar las condiciones de un mundo cada vez más tecnificado, el cual ha relegado las interacciones sociales al ámbito de lo virtual. La expresión musical canaliza un aprendizaje colectivo que se cimienta en una relación horizontal y comunitaria, en la que los miembros de un proyecto musical enfocan sus esfuerzos y aportes a una labor colectiva que, además, refuerza valores como el respeto, el compañerismo, el trabajo en equipo, la solidaridad y la tolerancia.
La música como lugar de encuentros
Si bien la música detona, desde su quehacer cotidiano, un cúmulo de relaciones sociales que hacen posible un conjunto sonoro armónico, aún le faltan varios kilómetros por recorrer para salir al encuentro directo con las personas que no hacen parte de su caja de resonancia en estudios, teatros y salas de conciertos. Es por esto que desde los programas de formación de Escuela de Música La Clave, también se invita a sus estudiantes a establecer contactos más directos y, sobre todo, sinceros con sus espectadores y entornos, de tal manera que la música establezca puentes pedagógicos y sociales con quienes han estado por fuera del mercado cultural y que, al igual que los músicos, necesitan de la socialización en la música para mantener y alimentar sus intereses estéticos.