Evaluación de la personalidad como primer paso para el autoconocimiento y el desarrollo personal

Remitido

El impacto de conocer la personalidad para el autoconocimiento y el desarrollo personal.

«¿Quién no se ha preguntado alguna vez por qué algunas personas reaccionan de cierta manera ante una situación mientras que otras hacen una interpretación muy distinta, o por qué algunas personas parecen entendernos mejor que otras?» Tanto el autoconocimiento como la comprensión de los demás es revelador para el desarrollo personal, ya que descubrir la personalidad suele ser el primer paso a una vida más plena y satisfactoria.

La Escuela de Psicología Mente en Crecimiento enfatiza que este tipo de cuestiones ha intrigado a la humanidad desde tiempos remotos. Hipócrates, el padre de la medicina, ya hablaba de los temperamentos humanos en la antigua Grecia, otras culturas también han explorado el tema de la personalidad buscando entender las variaciones tan grandes en el comportamiento humano. A todos les suenan el Yin y el Yang de la filosofía oriental, el eneagrama sufí o la teoría de los humores en la medicina medieval, la humanidad siempre ha intentado comprender los misterios de la personalidad desde distintas perspectivas, por ejemplo, otras áreas como la astrología o la numerología, también pretenden una comprensión de sí mismos como piedra angular del desarrollo personal.

Desde el prisma de la psicología académica, la personalidad es un puzzle compuesto por diversos rasgos, cada uno de ellos en una medida distinta que hace que el resultado sea único para cada persona.

La comprensión de la personalidad es uno de los primeros pasos hacia el autoconocimiento y proporciona las bases para el desarrollo personal, es decir, para dirigirse hacia donde se quiere ir, transformar lo que interesa e identificar las fortalezas y áreas de mejora, ya que al reconocer cómo los rasgos influyen en diversas situaciones, se pueden diseñar estrategias efectivas o procesos de coaching personalizados para alcanzar las metas.

El autoconocimiento permite tener una mejor comprensión sobre las acciones y reacciones en contextos específicos. Por ejemplo, al entender que la procrastinación puede estar vinculada a un alto nivel de perfeccionismo, se puede abordar este comportamiento de manera más eficiente, ya que sabiendo de dónde parte el principal problema, la percepción de su complejidad disminuye y se acerca más a los objetivos.

Entender la personalidad no solo proporciona otro prisma con el que mirarse a sí mismos, también ayuda a comprender mejor a los demás, debido a que, una vez que se comprenden las bases del propio comportamiento, se puede empatizar mejor con las personas. Reconocer que alguien tiende a ser en general más reservado o que otro puede ser muy impulsivo ayuda a comprenderles y a establecer relaciones más saludables.

La empatía y la comprensión mutua se incrementan al reconocer que cada persona tiene una combinación única de rasgos de personalidad. Este reconocimiento permite ajustar las expectativas y mejorar la comunicación, ya que se entiende que no tienen por qué comportarse según el estereotipo de hermano, amigo o compañero, sino que actúan según los rasgos que conforman su personalidad. Por ejemplo, ser consciente de que un compañero de trabajo necesita más tiempo para tomar decisiones debido a su naturaleza reflexiva puede mejorar la colaboración y reducir los conflictos.

Conociendo la personalidad también se pueden desarrollar estrategias muy personalizadas para el crecimiento. Si se es propenso a la procrastinación y se ha detectado un rasgo que implique perfeccionismo, se puede desarrollar una estrategia de borradores que se sabe de antemano que no son ni perfectos ni definitivos, o simplemente el hecho de saber qué es lo que está impidiendo avanzar al paso deseado puede ayudar a crear una estrategia personalizada. Otro ejemplo, si se es muy sociable, se pueden buscar roles y actividades que permitan interactuar con otros y aprovechar esa energía que aportan las relaciones sociales. Estos son solo ejemplos ilustrativos y básicos, hay que tener en cuenta que no se puede definir la personalidad de un ser humano por un solo rasgo por muy marcado que sea.

Por lo tanto, otro aspecto de conocer qué rasgos predominan en la personalidad y qué rasgos se expresan en menor medida, ayudará a establecer metas claras y realistas, ya que al conocer las fortalezas y debilidades, se puede diseñar un plan de desarrollo personal alcanzable. Además, el autoconocimiento también ayuda a reconocer cuándo se necesita pedir ayuda o buscar recursos adicionales para superar determinados desafíos.

Como es lógico, el desarrollo personal implicará cambios en los rasgos, por lo tanto, cambios en las emociones, pensamientos y acciones. Se tiene también que tener en cuenta que conocer la personalidad no es un evento único en la vida, sino una práctica continua a medida que se avanza en el desarrollo personal, ya que la personalidad no es estática, sino que, debido a las experiencias de la vida, relaciones en las que se ha estado involucrados, o entornos concretos, creamos unas estrategias de afrontamiento de las situaciones distintas, lo cual implica ajustes en la personalidad.

Como se ha visto, la evaluación de la personalidad es una herramienta muy útil para el autoconocimiento y el desarrollo personal. Al comprender cómo son las personas, cuál es su personalidad, se pueden tomar acciones en concordancia, mejorar las relaciones y establecer estrategias personalizadas y con el trabajo personal adecuado, también se puede cambiar cómo se siente, se piensa y como se actúa.

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