El cineasta Kike Maíllo estrena este viernes 30 de septiembre en la plataforma Filmin y en varios cines el documental ‘Oswald’, un retrato del conocido como el mayor falsificador de arte en el mundo –el pintor español Oswald Aulestia– que ha llegado a vender un conjunto de obras por decenas de millones de euros.
«Existe este tipo de personas y de mercado para las falsificaciones, porque todo el mundo quiere tener un Picasso en su pared», ha explicado en una entrevista con Europa Press el director del documental, quien no obstante considera que en estas transacciones hay «pecado» por los dos lados: el del falsificador, pero también del comprador.
«Es muy difícil que uno no sepa que está comprando una obra falsa de un gran pintor por lo que está pagando. Si no, es la base del timo y procede como el timo de la estampita, ya que el comprador piensa que está estafando al vendedor pagando menos de lo que vale. Si lo sabes, eres pecador y, si no lo sabes, pecador moral», ha señalado.
Maíllo reconoce que se interesó por la figura de Oswald tras leer un artículo en el que hablaban de él como un falsificador en busca y captura por el FBI. «Tenía muchas ganas de una película de timadores», ha recordado el realizador catalán, que se puso en marcha contactando con familiares del «escurridizo» falsificador.
«Eso llamó su atención, aunque se nos acercó con cierta desconfianza y con ganas de que no fuéramos la policía. Creo que ese narcisismo, que queda bastante patente en el documental, fue sin embargo el que le atrajo a nosotros», ha destacado Maíllo. Pese a que en ese momento estaba siendo perseguido, no era la primera vez que Oswald era cercado por la policía.
Hubo dos detenciones antes, si bien en la primera estuvo esperando en libertad 6 años para juicio –y fue absuelto y devuelta toda su obra porque no pudieron demostrar los peritos esas falsificaciones– y, en la segunda, un trabajo entre los Mossos d’squadra y el FBI, tampoco resultó en pena de cárcel.
En ‘Oswald’ sí se muestra cómo en la tercera ocasión, la detención de Oswald supuso la extradición a Estados Unidos y una pena de cárcel de once meses que el falsificador se lo tomó como «lo mejor que le ha pasado en la vida». «Para él fue como estar en el convento, con un silencio en el que no tiene que estar convenciendo a los demás de cosas, sino completamente aislado», ha explicado.
UN TAPIÈS DE BARRO Y CARTÓN
En el documental se observa cómo Oswald no trabajaba solo, sino que tenía la complicidad de otros dos galeristas y marchantes –uno en Italia y otro en Estados Unidos– que también pagaron con penas de prisión. Hay momentos hilarantes, como cuando muestra la facilidad para plagiar un Tapiès frente a la fundación del artista, simplemente con barro y un cartón encontrado en la basura.
«Esa etiqueta del máximo falsificador de la historia viene por el número de obras, más que por el dinero que ganó. Él trabaja sobre todo con un mercado ‘pret a porter’, mucho más asequible, de litografías y grabados que se podían vender a 500-600 euros», ha remarcado el realizador.
‘Genio’, ‘obsesivo’, ‘anguila’ o ‘Robin Hood’ son algunos de los calificativos que recibe la figura de Oswald, quien para Maíllo está revestida de «algo romántico» por aquello de robar a los ricos –«aunque luego se lo quede todo para él», matiza–. «Hay algo en estos pecados que el público tolera y es que no hay robos de sangre, ni extorsión…por eso cae bien», ha concluido.