Forenses que practicaron la autopsia a Amiel, el pequeño presuntamente asesinado junto a su hermana por sus padres en un ritual en un casa de campo de Godella (Valencia), han testificado que falleció tras haber recibido numerosos golpes con «una tremenda violencia», aunque no se puede determinar si intervinieron una o más personas al tratarse la víctima de un niño. «Un adulto se bastaría», ha indicado.
En la quinta sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Valencia contra Gabriel y María, los padres acusados de asesinar a sus dos hijos Amiel, de tres años y medio, e Ixchel, de apenas seis meses, han declarado los cuatro forenses del Instituto de medicina legal de Valencia (IMLV) encargados de elaborar las autopsias y el informe de Hispatología.
El forense ha explicado que la muerte de Amiel se produjo entre las 22 y las 4 horas del 14 marzo por un severo traumatismo craneoencefálico sin haber encontrado síntomas de ahogamiento ni lesiones de defensa y lucha «como era de esperar al ser un niño de tres años». «Estas lesiones podrían haber sido compatibles con la caída de un quinto piso, pero no es el caso», ha señalado.
Así, ha señalado que la autopsia muestra que el pequeño estaba cubierto de tierra pegada que podría ser consecuencia de que el cuerpo estaba húmedo, y que en la cabeza presentaba nueve grupos de lesiones de tipo contusivo, que son consecuencia de cuando un elemento golpea a la víctima o bien la víctima es golpeada contra un elemento, en este caso «muy probablemente» cogiéndole de los brazos y golpeándole contra el suelo.
«Se le cogió, al principio no tiene por qué ser violentamente porque si era de su confianza no le tenía miedo, pero luego se le golpeó violentamente contra una superficie como ésta –en referencia al borde la piscina donde se encontraron manchas pequeñas de sangre– y arrastró el cuerpo durante un espacio no demasiado largo», ha ilustrado.
De hecho, se ha referido a la «tremenda violencia» de los golpes que le llegaron a provocar una fractura del cráneo. Asimismo, presentaba moratones, hematomas y escoraciones por el cuerpo que apuntan a que el pequeño había sido agarrado, presionado y arrastrado contra una superficie rugosa. Todas están lesiones se produjeron en un corto espacio de tiempo que provocaron la muerte en unos cinco minutos. Asimismo, en la búsqueda de tóxicos, solo se encontró la presencia de cafeína, pero no se hallaron drogas sedantes.