«El comportamiento de Rakus parecía ser intencionado», ya que trató selectivamente con el jugo de la planta solo la herida facial, además se repitió varias veces, dijo Isabelle Laumer, del Instituto Max Planck y una de las firmantes del estudio.
Esto sugiere que el tratamiento médico de las heridas puede haber surgido en un ancestro común compartido por humanos y orangutanes, indica, en un comunicado, el Instituto Max Planck.
Antes de este estudio, se habían observado especies de primates salvajes tragando, masticando o frotando plantas con propiedades medicinales, pero no aplicándolas a heridas recientes.
«Durante las observaciones diarias de los orangutanes, observamos que un macho llamado Rakus se había hecho una herida en la cara, probablemente durante una pelea con un macho vecino», explicó Isabelle Laumer.
Tres días después de la lesión, Rakus arrancó selectivamente hojas Akar Kuning, las masticó y el jugo resultante lo aplicó con precisión durante siete minutos sobre la herida. A continuación, untó la herida con las hojas masticadas hasta cubrirla por completo y siguió alimentándose de la planta durante más de 30 minutos.
Las hojas masticadas pueden haber ayudado a reducir el dolor y la inflamación causados por la herida y favorecido su cicatrización, pues se cerró en cinco días y se curó por completo en un mes.
Como todo comportamiento de automedicación en animales no humanos, el caso descrito plantea interrogantes sobre la intencionalidad de estos comportamientos y cómo surgen.
La innovación individual
«Es posible que el tratamiento de las heridas con Fibraurea tinctoria por parte de los orangutanes de Suaq surja de la innovación individual», afirma Caroline Schuppli, autora principal del estudio.
Los orangutanes del lugar rara vez comen la planta. Sin embargo, pueden tocarse accidentalmente las heridas mientras se alimentan de ella y así aplicarse sin querer el jugo en las heridas. Al tener potentes efectos analgésicos, pueden sentir una liberación inmediata del dolor, lo que les lleva a repetir el comportamiento varias veces, sugirió Schuppli.
Dado que este comportamiento no se había observado antes, puede ser que el tratamiento de heridas con Fibraurea tinctoria haya estado ausente hasta ahora en el repertorio conductual de la población de orangutanes de Suaq, pues como todos los machos adultos de la zona, Rakus no nació allí y se desconoce su origen.
Por lo tanto, «es posible que el comportamiento lo muestren más individuos de su población natal fuera del área de investigación de Suaq», consideró.
Este comportamiento, posiblemente innovador, presenta el primer informe de tratamiento activo de heridas con una sustancia biológica en una especie de gran simio y proporciona nuevas perspectivas sobre la existencia de la automedicación en nuestros parientes más cercanos y en los orígenes evolutivos de la medicación de heridas de forma más amplia.