Un equipo científico internacional, en el que han participado 18 instituciones de ocho países, liderado por el Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) ha identificado el origen de las primeras estructuras formadas en galaxias como la Vía Láctea.
El objetivo principal era caracterizar las propiedades de las poblaciones estelares de los bulbos galácticos y para ello han utilizado el mayor telescopio óptico e infrarrojo del mundo, el Gran Telescopio Canarias (GTC), y el telescopio espacial Hubble.
El análisis de los datos ha permitido al equipo científico descubrir que los bulbos de las galaxias de disco se formaron en dos oleadas. La primera se produjo en lo que se podría calificar como la infancia del Universo, la segunda ya a mitad de su vida. Usando el lenguaje de los astrofísicos, aproximadamente un tercio de los bulbos en galaxias de disco se formaron cuando el universo solo tenía un 5% de su edad actual, unos 900 millones de años.
Según señala Luca Costantin, investigador del CAB a través del programa de Atracción de Talento de la Comunidad de Madrid y autor principal del estudio, “esos bulbos son las reliquias de las primeras estructuras formadas en el universo, que hemos hallado escondidas en galaxias de disco cercanas”.
Otro resultado importante del estudio es que las dos olas de formación de bulbos no solo se distinguen en términos de edades estelares, sino también en términos de ritmos de formación estelar. Los datos indican que las estrellas de los bulbos de la primera ola se formaron rápidamente, en escalas de tiempo típicas de 200 millones de años. Por el contrario, una fracción significativa de las estrellas de los bulbos de la segunda ola requirió tiempos de formación hasta 5 veces más largos, del orden de 1.000 millones de años. “Hemos encontrado que el Universo tiene dos maneras de formar la parte central de galaxias como la nuestra: empezando pronto y dándose mucha prisa, o tomándose su tiempo para comenzar y acabar también formando un gran número de estrellas en lo que se conoce como el bulbo”, resaltó Pablo G. Pérez González, investigador del CAB e investigador principal del proyecto SHARDS, que ha proporcionado datos esenciales para este estudio.
Paola Dimauro, investigadora del Observatório Nacional de Brasil y coautora del trabajo, destacó que “este estudio ha permitido explorar la evolución morfológica y la historia del ensamblaje de los componentes estructurales de las galaxias, al modo de los estudios arqueológicos, analizando la información codificada en los millones de estrellas de cada galaxia. Lo interesante ha sido hallar que no todas las estructuras han surgido en el mismo momento, ni de la misma manera”.