Día marcado en rojo en el calendario para Íñigo Onieva que este miércoles, en plena cuenta atrás para su boda con Tamara Falcó, ha cumplido 34 años. Una fecha muy especial puesto que es la última vez que sopla las velas como soltero, pero que ha tenido que celebrar sin la compañía de su prometida, que ya se encuentra en la Clínica Buchinger de Marbella con Isabel Preysler poniéndose a punto para su enlace.
Algo que no le ha quitado las ganas de festejar al empresario, que ha tenido un día de lo más completo. A mediodía, comía en un conocido restaurante de la capital con madre, Carolina Molas, y sus hermanos Alejandra y Jaime Onieva, presumiendo de la especial relación que mantiene con su familia.
Y por la noche, poco después de que Tamara le felicitase públicamente a través de Instagram con un bonito vídeo repleto de imágenes muy especiales para ellos, Íñigo celebraba su cumpleaños con una fiesta íntima en el piso que comparte con la marquesa en el madrileño barrio de Justicia.
Acompañado por sus amigos más cercanos, el ingeniero organizó un ‘guateque’ casero en el que no faltaron ni las luces de colores, ni el ‘cumpleaños feliz’, que los invitados a su cumpleaños le cantaron tan alto que se oía perfectamente desde la calle.
Una celebración relajada y muy divertida que se alargó hasta altas horas de la madrugada y en la que hubo una sonada ausencia: la de Tamara, que con una agenda planificada al milímetro a un mes de su boda, se encuentra en la clínica marbellí realizando un ayuno terapéutico que le permitirá reaparecer radiante, y visiblemente más delgada, antes de dar el ‘sí quiero’ al cumpleañero, al que no le ha importado demasiado que su novia no pudiese acompañarle en su cumpleaños.