El director de gabinete del presidente Pedro Sánchez, Iván Redondo, presentará este jueves en el Congreso el informe de Seguridad Nacional de 2020, que ya sitúa el riesgo de epidemias y pandemias a la cabeza de las amenazas para España durante los próximos tres años, después de que ocupara el penúltimo puesto de la tabla en el análisis de hace tan solo un año.
Redondo comparecerá ante la Comisión Mixta (Congreso-Senado) de Seguridad Nacional para dar cuentas del informe que evalúa la situación de las amenazas para España en el año 2020 y, además, analiza el riesgo para los próximos tres años.
El documento, al que ha tenido acceso Europa Press, fue aprobado el pasado 9 de marzo y está protagonizado en su mayoría por la crisis del coronavirus, aunque también analiza el resto de amenazas incluidas en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017.
La primera consecuencia es que el riesgo de pandemias y epidemias escala desde el final de la lista de amenazas en el que estaba en 2019 al primer puesto de la tabla. Se trata de un análisis de los riesgos a la Seguridad Nacional a corto y medio plazo (2021-2023), elaborado mediante una encuesta realizada a dos centenares de expertos de diversos ámbitos entre los meses de octubre y noviembre de 2020.
2020 MARCÓ UN ANTES Y UN DESPUÉS
El informe reconoce que el año 2020 ha marcado «un antes y un después» en el paradigma de la seguridad internacional y el impacto del coronavirus «ha superado todas las expectativas», con efectos en todos los ámbitos de la seguridad nacional. Por ejemplo, el aumento del teletrabajo ha incrementado la exposición a los ciberataques, o el crimen organizado ha aprovechado la pandemia para encontrar nuevas formas delictivas.
Pero además, el informe de Seguridad Nacional asume que las «oportunidades» de un sistema global «altamente interdependiente e interconectado» también conllevan vulnerabilidades. Y constata en la respuesta a la crisis una «tensión» entre el unilateralismo y la cooperación, «con un deterioro del multilateralismo en todas sus facetas».
En cualquier caso, alaba el papel de la Unión Europea, que «ha sido capaz» de aprobar los fondos de recuperación para hacer frente a la situación económica y negociar la adquisición conjunta de vacunas.
DEPENDENCIA DEL EXTERIOR
Uno de los aspectos que el Consejo de Seguridad Nacional subraya es la necesidad de disminuir el grado de dependencia del exterior de recursos que se volvieron esenciales durante la pandemia, como las mascarillas o los equipos de protección. Y sostiene que fue el Gobierno de España fue el que «tuvo que dar una respuesta coordinada ante la ausencia de planificación» por parte de las comunidades autónomas «y de una reserva estratégica».
La compra de estos materiales se vio «enormemente dificultada» por «importantes intereses internacionales y tensiones geopolíticas y comerciales», según reconoce, y pone a España ante el reto «de desarrollar la capacidad industrial nacional para autoabastecerse bajo condiciones excepcionales y garantizar el suministro de recursos esenciales en situaciones de crisis».
Además, apunta que los sistemas autonómicos de vigilancia de enfermedades y de traspaso de información no estaban «dimensionadas» para el volumen generado por la pandemia, lo que llevó durante los primeros meses a «utilizar información parcial o poco actualizada para la gestión de la pandemia, con la consiguiente incertidumbre sobre la toma de decisiones».
Por ello, señala la necesidad de una actualización y una mayor digitalización y automatización de los procesos de vigilancia, de la mano de las comunidades autónomas, «que faciliten la interpretación y comunicación de resultados para informar la toma de decisiones».
Y también reclama la necesidad de un «dimensionamiento adecuado de los recursos humanos que trabajan en Salud Pública», una vez vista la «enorme presión» que ha puesto a los centros sanitarios «al límite de sus capacidades».
«Su refuerzo, tanto de atención primaria como hospitalaria, y el desarrollo de estructuras y mecanismos que permitan al sistema una capacidad de reacción adecuada ante incrementos de la demanda asistencial como los vividos en 2020, son un segundo reto en el ámbito de la seguridad ante epidemias y pandemias», incide.
También pone el foco en la ciencia y señala la necesidad de garantizar una capacidad de investigación española «estable» y «de alta calidad». Además, aplaude los avances para lograr una vacuna contra el Covid-19, entre ellos los de equipos españoles.
«Sin embargo, y pese a la gran velocidad con que se está llevando a cabo toda la investigación en vacunas, sigue siendo un reto para España el conseguir una integración eficaz entre los grupos de investigación y desarrollo y la industria, de forma que se minimicen los plazos de traslación de los resultados de las investigaciones a su disponibilidad como herramientas para el control de epidemias», asume.
IMPACTO EN EL ESCENARIO ECONÓMICO
En cuanto al impacto de la pandemia en la economía española, el informe de Seguridad Nacional marca como «principal reto» alcanzar una recuperación «sostenible» y defiende que «la reacción de España frente al desafío de la COVID-19 ha sido decidida».
Según reconoce, el impacto de la pandemia cambió «por completo» el escenario de la economía mundial, pero celebra las acciones adoptadas por la Unión Europea y marca el Plan de Recuperación para Europa como «un hito» en el proceso de integración europeo.
En el plano nacional, pone en la diana la necesidad de hacer frente a las derivadas económicas del virus e identifica como «retos a la seguridad económica» los elevados niveles de deuda, el desempleo, la despoblación rural y las acciones delictivas.
ECONOMÍA, CIBERESPACIO E INMIGRACIÓN, ENTRE LOS RIESGOS
El informe establece, junto a las pandemias, cuatro amenazas y los desafíos que se sitúan de forma destacada en la zona más alta de la tabla en el mapa de riesgos: la inestabilidad económica y financiera; la vulnerabilidad del ciberespacio; el espionaje; y los flujos migratorios irregulares.
No obstante, la práctica totalidad de los riesgos a la Seguridad Nacional analizados se encuentran en la zona de peligro definida por unos niveles de impacto y probabilidad altos o muy altos: los efectos del cambio climático, las amenazas para las infraestructuras críticas, las emergencias y catástrofes, los conflictos armados, la vulnerabilidad energética, el crimen organizado, la vulnerabilidad aeroespacial el terrorismo y la vulnerabilidad marítima.
La proliferación de armas de destrucción masiva es la única amenaza para la Seguridad Nacional que no se sitúa dentro de la zona de peligro muy alto, percibiéndose con una probabilidad de ocurrencia media.