El investigador David Jiménez Torres publica ‘El mal dormir’ (Libros del Asteroide), un ensayo sobre la falta de sueño en algunas personas –incluido el autor– que busca conocer «hasta qué punto esa ausencia de horas de dormir proceden no solo de la arbitrariedad del cuerpo, sino de la época en que toca vivir».
«Este libro nace de la necesidad íntima de reflexionar sobre una parte muy importante de la vida, el sueño, que deja una huella profunda en el día a día», ha explicado el escritor madrileño, quien reconoce que su ‘mal dormir’ le ha supuesto problemas cotidianos sobre los que no había reflexionado.
«En un primer borrador del libro decía que me dejaría cortar el brazo por poder conciliar bien el sueño, aunque luego me di cuenta de que era demasiado decir esto. Pero sí que estaría dispuesto a hacer bastantes pactos fáusticos por dormir ocho horas diarias», ha bromeado Jiménez Torres.
El investigador comienza este ensayo con una frase categórica –‘siempre he dormido mal’–, concretando que los espacios de tiempo de vigilia durante la noche no son completos, sino que le permiten al menos tres o cuatro horas de sueño. En ‘El mal dormir’ se juntan esas notas autobiográficas con la historia cultural del sueño y su aparición en obras literarias y científicas.
Por ejemplo, una de las cosas que «más llaman la atención» para el autor es «toda la industria del maldormir», que está creciendo en los últimos años gracias al soporte tecnológico. «Es algo que va a seguir creciendo en los próximos años y es divertido ver cómo se diversifican las propuestas, desde hoteles de ‘sleep wellness’ hasta aplicaciones de Apple», ha afirmado.
En una de las partes del libro también se analiza «la angustia más natural» que puede rodear a las personas con dificultades para conciliar el sueño, que «curiosamente», no es una de las posibilidades que suelen «invadir» a los maldurmientes: «el miedo a no dormir nunca más».
SIN DORMIR NI UN MINUTO
Jiménez Torres explica que esta preocupación sí puede materializarse y es real, poniendo como ejemplo uno de los casos más conocidos, el de Michael Corke, un profesor de música en una escuela de Chicago que en 1991 acababa de cumplir los cuarenta años y empezó a tener problemas para conciliar el sueño.
«El insomnio se iba agravando y los somníferos que le recetaban no surtía efecto. Llegó un momento en que se vio completamente incapaz de dormir ni un minuto, ni una sola noche. Apenas podía andar, ni bañarse ni vestirse por su cuenta. Así cumplió los cuarenta y dos años y, poco después, murió», relata el autor en su libro, I Premio de No Ficción Libros del Asteroide.
SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD
Jiménez Torres, quien ha sido padre recientemente y bromea con el hecho de que su sueño ahora ya es también «víctima de la arbitrariedad de un cuerpo misterioso», aborda asimismo en el libro el cambio que se ha dado al tratamiento de esta vigilia forzada. «Expertos en medicina ya se han alejado de prescribir soluciones farmacológicas intensas y apuestan por una terapia conductual para cambiar ciertos hábitos», ha remarcado.
Y deja claro que, pese a no haber escrito una obra para «victimizar» a los sufrientes de este cansancio, la mayoría de las personas con insomnio no podrán «evitar una sensación de fracaso». «Hay una culpa universal y profundamente injusta que le hace pensar a uno que, si fuera lo suficientemente disciplinado, habría superado este tema. Y no es así», ha concluido.