La escritora Julia Navarro, quien regresa con su nueva novela ‘El niño que perdió la guerra’ (Plaza & Janés), ha criticado la «demagogia» que los políticos están haciendo con la inmigración, un tema en el que «ninguno puede dar lecciones humanitarias porque no lo está haciendo bien».
En ‘El niño que perdió la guerra’ se recoge el trayecto de un joven Pablo, hijo de unos padres republicanos que deciden mandarle a Moscú en el año 1939 ante el avance del ejército sublevado. Allí, Pablo será adoptado por Anya, quien se hará cargo de él en una época en la que también tenía sus consecuencias enfrentarse al régimen estalinista.
De nuevo el tema del desarraigo y la migración ocupan un lugar central en la narrativa de Navarro, en este caso a través del niño Pablo. Para la escritora, la inmigración es un tema «de nunca acabar, porque allá donde no haya recursos económicos para poder vivir, es lógico que la gente quiera marcharse para poder dar una vida mejor a sus hijos».
Navarro ha reiterado en una entrevista con Europa Press que los motivos de la emigración son «el hambre, la miseria y la violencia», por lo que considera «demagógica» las posturas políticas actuales. «Lo que veo es gente que se cuelga la etiqueta de los de enfrente, afirmando que son unos malvados en el tema de la inmigración y yo soy el bueno», ha lamentado.
«Hay una hipocresía enorme con este tema y aquí los políticos no pueden dar lecciones humanitarias ninguno, porque ninguno lo está haciendo bien. Y están convirtiendo una tragedia en un tema político de pim pam pum en lugar de dar una respuesta humanitaria», ha apuntado.
En cualquier caso, la autora no cree que España sea un país racista, tal y como se ha puesto el foco estos días tras las declaraciones del futbolista Vinicius, porque la sociedad española «es mucho mejor que sus políticos».
«No comparto esas declaraciones de Vinicius de que España es un país racista, porque creo que no lo es. Habrá racistas, pero yo, que colaboro con algunas organizaciones no gubernamentales y estoy cerca del problema de los inmigrantes, lo que veo es la enorme red de solidaridad de los ciudadanos», ha defendido.
Para Navarro, esa es la diferencia con el Gobierno o la oposición allí donde gobierna en España, puesto que entiende que «nadie» de los dirigentes está respaldando esta red ciudadana de ayudas a los inmigrantes. «Hay una enorme red de solidaridad pero es insuficiente, porque la gente llega hasta donde puede llegar», ha destacado.
NI DICTADURAS «DE ROJO», NI «DE AZUL»
Por otro lado, la autora se ha mostrado en contra de respaldar determinados movimientos totalitarios en función de la ideología, recordando que «las dictaduras siguen siendo dictaduras se pinten de rojo o azul».
«A mí eso me da igual porque siguen siendo dictaduras», ha explicado al ser preguntada por la época de Stalin al frente de la Rusia comunista y la fascinación que causó en determinados ciudadanos partidarios de la República española.
«Fue una dictadura atroz y esa fascinación se daba no solamente en España, sino en todo el mundo, porque frente al fascismo había otra alternativa que era la revolución de los proletarios. Pero la realidad es que eran dos dictaduras confrontadas y una de ellas en nombre de unos ideales y que ponía al pueblo como gran excusa», ha remarcado.
LOS ARTISTAS, «PRIMER ENEMIGO A ABATIR»
La autora de ‘La hermandad de la Sábana Santa’ recupera en su novela la figura de dos poetas rusas -Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva- de la época que sirven de ejemplo del compromiso del artista frente a este tipo de regímenes totalitarios. «En estas situaciones, el primer enemigo a abatir es todo aquel que tiene un pensamiento propio y crítico», ha remarcado.
«En resumen, todo aquel que tiene la posibilidad de manifestar ese pensamiento, como es un escritor, un pintor o un músico, también un periodista: los primeros a batir son todos aquellos que tienen una proyección en la sociedad y por tanto se convierten en peligrosos para los dictadores», ha afirmado.