La actitud, más importante de lo que pensamos frente a la enfermedad

Redacción

«‘Doctora, ¿usted cree que mi madre podrá aguantar hasta que llegue mi hijo? Es que es el nieto preferido y viene para el entierro. Lo malo es que no podrá estar aquí hasta dentro de cuatro días’. ‘Me encantaría responder que sí, pero la abuela está bastante pachucha’, contesté mientras cerraba mi maletín y me disponía a salir de aquella habitación donde acechaba la muerte. La anciana aguantó estable, con vida, hasta que pudo morir confiada y en paz con su nieto sujetándole la mano. ¿Cómo adivinó el momento para marcharse si llevaba ya varios días en coma?».

Esto es lo que intenta explica en ‘El amor es la mejor medicina’ (Vergara) la doctora Carmen Sánchez Alegría, con más de tres décadas de experiencia en la Medicina de Urgencias, experta en EMDR, programación neurolingüística, mindfulness, inteligencia emocional entre otras prácticas, y que apunta a una «medicina basada en el alma», donde la actitud es determinante, incluso en las personas que están inconscientes, confiesa en una entrevista con Infosalus.

Según defiende, y de acuerdo con su experiencia, ha comprobado cómo hay una «fuerza especial» dentro de nosotros que contribuye a mantenernos con vida, mucho más allá de lo que nuestros propios órganos y sistemas saben hacer.

En palabras del famoso psiquiatra Luis Rojas, esta doctora señala: «Para desarrollar al máximo las posibilidades de vivir sanos y contentos no solo hay que ganar la batalla a las enfermedades, sino que también es importante nutrir los rasgos saludables de nuestra naturaleza».

CONEXIÓN CUERPO-MENTE-EMOCIONES-ESPÍRITU

Y es que, según defiende la doctora Sánchez Alegría, la conexión CUERPO-MENTE-EMOCIONES-ESPÍRITU que hay en nosotros «no se puede separar»: «A veces le ponemos tanta atención a lo físico que nos olvidamos de la esencia verdadera, que es precisamente el amor, que es una energía sanadora. Siempre les digo a mis pacientes que nacemos programados para el equilibrio y lo demás que nos ocurre es porque nos ponemos zancadillas y nos creemos que es un valle de lágrimas y no es así. La verdadera esencia que tenemos es amor y sobre esto se construye todo lo demás».

Lo que pasa, en su opinión, es que le vamos poniendo una serie de capas de paradigmas que nos vamos creyendo, y de etiquetas que nos ponen también. «Por eso también les digo a los padres que hay que tener mucho cuidado con las cosas que les decimos a nuestros hijos, porque nos creemos todos a los 4-5 años, y también les digo a mis colegas que tengan cuidado con el poner etiquetas. Si, por ejemplo, le tomas a un chico de 30 años la tensión de forma aislada, y es un poco alta y se le dice que es hipertenso, cuando está pasando un momento difícil, le ponemos una etiqueta», remarca.

POR QUÉ ALGUNOS ENFERMOS MEJORAN RAPIDAMENTE Y OTROS NO

Con ello, destaca esta doctora, la actitud es fundamental: «El sistema inmunitario, que es el que nos protege frente a los agentes que nos enferman, está perfectamente relacionado con nuestro estado de ánimo, con nuestra capacidad para sanar. Porque una cosa es curar, se puede curar una herida con unos puntos, o mejorar el dolor con fármacos para el dolor, o poner una escayola para enderezar una fractura; pero la sanación es algo completo y tiene que ver más allá de lo físico, viene del alma, de dentro, y depende de las emociones, de los anhelos, de la actitud, de nuestras creencias».

Defiende que, por eso, unos enfermos, ante los mismos virus, unos se contagian y otros no; y otros que se contagian se curan antes y otros se convierten en enfermos crónicos de esa patología; guardando las salvedades por supuesto.

«Si ante una enfermedad o ante un dolor digo que no hay nada que me lo quite, mis células que se lo creen todo harán que sea real. El inconsciente no tiene sentido del humor y se lo acabará creyendo. Tenemos que tener cuidado con lo que nos decimos cuando estamos enfermos», avisa esta médico de Urgencias.

LO QUE DICE UN MÉDICO TIENE MUCHO PODER

Así, resalta que lo que dice un médico tiene «mucho poder»: «Una persona con bata blanca y un fonendo al cuello es increíble la fuerza que tiene para trabajar a favor o en contra de la salud de la persona que tiene enfrente».

Entonces, sostiene que cuando vas al médico la persona que está enfrente tienen una notable autoridad porque tiene su bata, su fonendo, y su cara es generalmente seria. «Lo que le dices a una persona que en ese momento está enferma, tiene disminuidas sus defensas emocionales y mentales, porque va con dolor, y si le dices que es hipertenso, y va a tener que tomar pastillas siempre le abocas a ser hipertenso de verdad», insiste.

Por eso, reitera Sánchez Alegría en que hay que tener cuidado con lo que se les dice a los pacientes, pero también a nuestros hijos cuando somos padres, y sobre todo con lo que nos decimos a nosotros mismos: «Si yo me digo todos los días antes de trabajar que este trabajo me mata, no te quepa ninguna duda de que al final lo hará».

De hecho, pone el ejemplo de que antes de que habrá la boca el médico, por la cara que pone cuando mira por ejemplo una radiografía, o cuando hace una ecografía en una madre embarazada, cuando hace un gesto, el enfermo no entiende de ecografías, ni de pruebas especiales, pero sí la cara del médico al mirar las pruebas.

«Ese pequeño gesto de arruga y esa cara que pone cuando ve algo que no gusta, aunque no habrá la boca, ese pensamiento del médico tiene un valor increíble sobre el paciente; incluso aunque esté de espaldas y el paciente no sea capaz de mirar su cara de preocupación. El propio pensamiento del médico influye sobre el paciente directamente. Ya no digo lo que diga después que es una enfermedad crónica, o si tiene difícil arreglo», apunta esta especialista en Medicina de Urgencias.

¿POR QUÉ EL MÉDICO NI ME MIRA A LA CARA?

Precisamente, en el libro cita en este sentido que ‘no produce el mismo efecto un fármaco recomendado por un médico que previamente ha escuchado con empatía al paciente’, que otro que ha sido prescrito por un facultativo que apenas ha desviado la vista de la pantalla.

«Esto lo sé como paciente. Como quise siempre ser médico, y tuve una infancia ‘muy enferma’, con anginas de repetición, otitis, aprendí a distinguir entre los que me llamaban por mi nombre, me hacían caricias en el moflete, y cuando me miraban y me sonreían. Pude comprobar como enferma que yo me tomaba con más ganas lo prescrito por el médico sonriente, que lo del que ni siquiera me miraba», resalta.

Mantiene que hay algunos especialistas en Medicina que ni levantan la vista del papel: «Hay tanta diferencia entre algo administrado con cariño y con empatía porque estás convencido de que le vas a ayudar a un paciente, y este lo nota aunque esté insconsciente. Muchos médicos que son así por la situación actual, de presión asistencial, entre otros puntos, incluso entre los que tenemos vocación, que nos limita».

En urgencias de 24 horas muchas veces confiesa que se tiene que resetear y si sabe que tiene que atender a más de 200 pacientes prefiere elegir el estar desde el amor. «Pero hay veces que a las 4 am no están sencillo y se pierde esa capacidad de mantenerse con ganas y con energía. Entonces, vuelvo a parar y a respirar, y sobre todo pienso cómo me gustaría que me trataran al otro lado de la mesa. Cuando me lo tengo que recordar más de 5 o 6 veces me digo a mí misma, ‘tómate unas vacaciones, un retiro o un respiro para cargar las pilas por prescripción facultativa'», resalta.

QUÉ LECCIONES NO SE ENCUENTRAN EN LOS LIBROS DE MEDICINA

Con todo ello, la doctora Sánchez Alegría quiere transmitir en este manual que los libros de Medicina se olvidan muchas veces de la capacidad mental, ya que en ellos solo se estudia el cerebro desde la neuroanatomía, pero no la fuerza que tienen los pensamientos, la relación del cuerpo con las emociones, y «que la esencia verdadera que tenemos que es amor y no otra cosa».

«Y el amor no puede enfermar este, sino que lo hacemos nosotros cuando empezamos a creernos todas las cosas que nos van transmitiendo desde niños. Pero el amor es curativo, y el miedo anula las capacidades curativas», subraya.

Por suerte, celebra esta experta en Medicina de Urgencias que ahora muchos estudios científicos demuestran esta teoría del poder de la actitud y del amor frente a la enfermedad, y que en un principio hace 30 años no los había, cuando ella estudió.

«Pero ahora para este libro, donde he revisado todas las publicaciones sobre el tema, he visto que sí se le está dando importancia a la ‘medicina para el alma’, que es la que de verdad cura, la que de verdad sana, y cada vez más científicos comprueban esto», concluye esta doctora en una entrevista con Infosalus.

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