La cúpula del Kremlin se resquebraja tras las últimas derrotas en Ucrania

Redacción

El discurso oficial del Kremlin en torno a la guerra de Ucrania, una «operación militar especial» en palabras del presidente ruso, Vladimir Putin, ha comenzado a mostrar algunas grietas a medida que las fuerzas de Rusia han cedido terreno frente a las ucranianas en el frente de combate.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ordenó a finales de agosto una contraofensiva en el este y el sur del país que se ha traducido en avances en puntos clave. Moscú argumentó las primeras retiradas como repliegues tácticos, pero los análisis occidentales coinciden en que se trata de un punto de inflexión en el conflicto.

El Gobierno ruso contraprogramó las derrotas con el anuncio, el 21 de septiembre, de una movilización militar parcial que aspira a reclutar a 300.000 reservistas. Ese mismo día, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, reconoció que ya habían perdido a casi 6.000 efectivos, si bien la parte ucraniana eleva a más de 60.000 las bajas.

El Kremlin se esforzó desde un primer momento por controlar el relato, persiguiendo con dureza a medios y disidentes que se atraviesen siquiera a hablar de «guerra» o «invasión». Cualquier crítica a la labor de las Fuerzas Armadas puede ser constitutiva de delito, para estupor de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos.

«Tenemos que dejar de mentir», proclamó esta semana el presidente de la Comisión de Defensa de la Duma, Andrei Katapolov, en un popular programa emitido por Internet. «Nuestra población no es estúpida», sentenció este antiguo general, en un mensaje inédito desde el inicio de la invasión el 24 de febrero.

A los servicios de Inteligencia estadounidenses también les constan críticas en el círculo más cercano al presidente ruso, Vladimir Putin. Fuentes citadas por el diario ‘The Washington Post’ han confirmado un enfrentamiento directo con Putin de uno de sus principales asesores –sin dar nombres– y han desvelado un creciente malestar por las carencias de mando y logística evidenciadas estos meses.

«Hay muchas personas convencidas de que esto no va bien», ha dicho una fuente occidental al periódico norteamericano que resume un runrún supuestamente cada vez más recurrente entre cierta élite rusa.

La Inteligencia de Reino Unido ya alertó recientemente de que parte de los reservistas llamados a filas en los últimos días por Rusia han recibido órdenes de incorporarse a las Fuerzas Armadas con su propio paquete de primeros auxilios, ante la aparente falta de recursos por parte de las autoridades rusas.

Además, las reconquistas ucranianas han evidenciado errores en la primera línea de combate por parte de las tropas rusas, como por ejemplo en la estratégica ciudad de Limán, donde llegaron a estar prácticamente rodeadas. El líder prorruso de Donetsk, Denis Pushilin, reconoció públicamente que las informaciones que llegaban de esa zona eran «preocupantes», antes de que sus fieles perdiesen por completo Limán.

LÍNEAS ROJAS

El declive sería tal que el Kremlin ya habría comenzado a autorizar a los medios afines a hacerse eco de algunos fallos, ante el temor a que la loa absoluta a Putin contribuya a alimentar el descontento social que ya se dejó ver en las manifestaciones contra la llamada de reservistas a filas, según la agencia de noticias Bloomberg. La organización OVD estima que más de 2.400 personas fueron detenidas entre el 21 y el 26 de septiembre.

No obstante, se mantienen ciertas líneas rojas, de tal manera que siguen sin escucharse reproches directos contra Putin o contra los argumentos que le llevaron a ordenar la invasión sobre Ucrania. Tampoco se prevé que se levanten los estrictos criterios informativos que llevaron a medios como el emblemático ‘Novaya Gazeta’ a cerrar hasta nuevo aviso.

La guerra en Ucrania va ya por su séptimo mes y, sin señales de una victoria militar a la vista, el terreno diplomático se antoja también difícil. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha promulgado esta semana un decreto que prohibía explícitamente negociar con Putin, y Moscú ha dejado claro que no tiene planes de hacer ninguna concesión política o militar a cambio de un hipotético diálogo.

La anexión consumada por Rusia de las regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, ilegítimas a ojos de Kiev y del conjunto de la comunidad occidental, ha añadido un nuevo factor a la ecuación, en la medida en que Zelenski siempre ha dicho que no firmará ninguna paz que implique ceder al país vecino territorios que son, según el Derecho Internacional, de Ucrania.

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