La diabetes es una enfermedad que no tiene edad: su variante tipo 1 es la tercera patología crónica más común en la infancia, y en nuestro país, afecta a unos 30.000 niños menores de 15 años.
Así mismo, la incidencia de la diabetes tipo 2 entre los niños -muy ligada a obesidad y sobrepeso ha crecido de forma alarmante en los últimos tiempos. En la actualidad, se diagnostican 1.200 nuevos casos de diabetes infantil cada año, según datos oficiales.
En la diabetes tipo 1, el páncreas no es capaz de producir insulina, una hormona que regula cómo nuestro organismo aprovecha el azúcar que contienen los alimentos, y cuánta cantidad de ese azúcar (glucosa) hay en la sangre. Al dejar de producir insulina, la glucosa en sangre (glucemia) aumenta (hiperglucemia), mientras que un exceso de insulina puede producir una bajada de azúcar (hipoglucemia).
“Ambas situaciones pueden ser graves –explica el doctor Maset-, por lo que resulta clave que el niño y su familia y cuidadores, a través de una estrecha relación con el médico, sean capaces de manejar correctamente el uso de la insulina y controlar que la glucemia se sitúe en valores normales. Dado que hay que administrar la insulina de forma artificial, la diabetes tipo 1 se denomina insulinodependiente, pero se puede tener una gran calidad de vida pese a esta circunstancia”.
Señales en la infancia y la pubertad
Los padres deben estar atentos a posibles señales de diabetes en sus hijos sobre todo entre los cinco y los diez años de edad y durante la pubertad, cuando la enfermedad suele ser más común entre la población infantil. “Si observamos que el niño orina con mucha frecuencia, incluso mojando la cama por la noche; si bebe mucho y tiene sed excesiva; si vemos que pierde mucho peso en un plazo de 6 a 8 semanas aunque tenga hambre todo el tiempo y coma incluso más de lo habitual, debemos ponernos en alerta y consultar inmediatamente a nuestro médico”, destaca este experto de Cinfa.
En la actualidad, aún no podemos hacer que el páncreas vuelva a producir insulina, pero los avances en el control de la glucosa y la administración de insulinas permiten un muy buen control de la diabetes. Para ello, deben tenerse en cuenta tres pilares: un tratamiento basado en la administración diaria de insulina, mediante jeringas o bombas; alimentación y deporte; y una correcta educación diabetológica para toda la familia.
Educación sobre la diabetesç
Como detalla el doctor Maset, “la administración de insulina, adecuada a cada caso, permite al niño diabético llevar una vida prácticamente normal, por lo que para disfrutar de una buena calidad de vida solo necesita regular algunos aspectos indispensables, como la dieta y el ejercicio físico.
Diez recomendaciones:
- Conocimiento y normalización de la enfermedad.
Es necesario un trabajo de educación en la enfermedad para el paciente, para que se adapte y conviva con ella, pero también para su entorno, que debe conocer las pautas de actuación, hábitos y horarios del niño.
- Evitar el consumo de hidratos de carbono simples (azúcar). Las personas con diabetes deben limitar la cantidad ingerida de azúcares simples (provocan subidas rápidas de la glucemia): zumos, miel, dulces… Sí pueden tomar hidratos de carbono complejos o de absorción lenta: patata, pan, legumbre, pasta, arroz…, haciendo un recuento de la cantidad que consumen en cada comida para calcular la insulina necesaria.
- Alimentación equilibrada. También deben moderar el consumo de grasas para evitar el sobrepeso y porque disminuye la acción de la insulina. Por contra, los alimentos ricos en fibra como la fruta natural con piel y verduras frescas o cocidas son muy aconsejables, así como las proteínas presentes en carnes, pescados, huevos, queso o leche.
- El horario de comidas, lo más regular posible. Hacer 5 comidas diarias y a la misma hora equilibra los niveles de glucosa en sangre y mejora el control diabético.
- Control de los niveles de glucosa/glucemia. Los niños diabéticos necesitan realizarse varias veces al día un autoanálisis de glucosa para saber su nivel de glucemia. Lo hacen con un medidor de glucosa, que extrae una gota de sangre de la yema de un dedo de la mano.
- Tratamiento farmacológico. La insulina es la base farmacológica en la diabetes tipo 1, y los propios niños pueden aplicarse las inyecciones.
- Atención al peso. Especialmente los niños que sufren diabetes deben mantener un peso normal, de acuerdo a su edad y características físicas.
- Apuesta por el ejercicio físico. Los niños con diabetes pueden practicar deporte como cualquier otro menor, siempre y cuando se hagan la glucemia y calculen la insulina necesaria para realizarlo.
El ejercicio conlleva beneficios extra para ellos: favorece la disminución de glucemia, mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a perder peso.
- Revisiones oftalmológicas periódicas. Se debe comprobar anualmente el estado de la retina con exámenes del fondo del ojo, con el fin de detectar la retinopatía diabética.
- Reaccionar ante hipoglucemias e hiperglucemias. La hipoglucemia es una crisis causada por niveles de azúcar en sangre bajos, y se manifiesta con palidez, somnolencia, temblores, hambre o incluso pérdida de conocimiento. En estos casos, hay que subir rápidamente los niveles de glucosa, dando al niño algún alimento azucarado y dejando que descanse. En caso contrario, cuando el nivel de azúcar en sangre es muy elevado, se habla de hiperglucemia, y puede presentar cansancio, dolor de tripa, ganas de orinar y mucha sed. En estos casos, debe aplicarse tratamiento con insulina.