La hermana de Luis Salazar, asesinado por su suegro, pide «justicia» para «el asesino» y para las «personas inductoras»

Redacción

La hermana del asesinado Luis Salazar, María del Carmen Salazar, ha reclamado este lunes a la entrada de los juzgados «justicia» para el «asesino» y para las «personas inductoras».

De este modo se refería al acusado de asesinar de 25 puñaladas a su yerno, Luis Salazar, del que su hija se estaba divorciando. El hombre presuntamente mató a su yerno porque no quería que su nieto de 2 años, hijo de la pareja, pasara con él el fin de semana tal y como había establecido el Juzgado en el proceso de separación.

«Esperamos que se haga justicia», ha dicho en declaraciones a los medios, añadiendo que «hay gente que no está en el banquillo, por supuesto».

«Queremos por favor que se haga justicia», ha reiterado, afirmando que la pérdida de su hermano es algo «muy duro» para toda la familia. «Nos destrozó la vida; no solo a Luis lo mató, nos mató a todos», dice, lamentando especialmente que el hijo de la víctima se quedase «sin un padre como era Luis».

La Fiscalía del Principado de Asturias solicita 22 años de prisión y 10 de libertad vigilada para un acusado de asesinar de 25 puñaladas a su yerno, del que su hija se estaba divorciando. El Ministerio Fiscal sostiene que el acusado decidió terminar con la vida de su yerno, con el que su hija se encontraba en trámites de divorcio y a sabiendas de la mala relación que existía entre ambos.

El acusado tomó esta determinación con el propósito de «intentar impedir a toda costa» que la víctima pasara el fin de semana con su nieto, tal y como había establecido el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Mieres, que atribuyó la guarda y custodia del menor a la madre y el derecho de visita del padre los fines de semana alternos de cada mes, con pernocta desde el viernes por la tarde hasta el lunes por la mañana.

Ante la idea de que la víctima pudiera hacer uso de este derecho de visitas por primera vez ese mismo fin de semana, el acusado decidió matarlo. Así, minutos antes de las 08.00 horas del 12 de noviembre de 2019, el acusado se dirigió al domicilio de la víctima, en Mieres, y picó al telefonillo.

Entonces la víctima le abrió la puerta y, ya en la vivienda, le invitó a charlar en la cocina. En ese momento, de forma absolutamente sorpresiva, sin que mediara palabra alguna y sin que el padre del niño pudiera imaginarse en ningún momento el ataque, el acusado sacó de entre su ropa un arma blanca, tipo cuchillo o machete, con una hoja de gran tamaño, y se lo clavó en el abdomen con gran violencia y, a continuación, brutalmente, en la muñeca.

La víctima intentó defenderse sin éxito durante los pocos segundos que consiguió mantenerse en pie y cayó tendido en el suelo. Entonces, el acusado, valiéndose del mismo cuchillo y aprovechando que la víctima ya no podía repeler sus ataques, le propinó numerosos cortes tanto en la cabeza como en el cuello, utilizando el arma no solo para acuchillarlo, sino también para cortarlo y golpearlo. Llegó a propinarle hasta 25 puñaladas.

Tras la brutal agresión, el acusado salió de la casa, llevándose consigo el arma homicida, que ocultó y que nunca fue localizada por la Policía. El acusado, en su propósito de acabar con la vida de su yerno, le propinó un número de puñaladas que «excedieron de las necesarias para producirle la muerte», según la Fiscalía, y «solo lo hizo para asegurarse de que causaba a la víctima un dolor y un sufrimiento absolutamente innecesarios». Como consecuencia del ataque, su yerno falleció sobre las ocho de la mañana del 12 de noviembre de 2019.

Sobre las 08.35 horas, el acusado acudió a la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Mieres y allí reconoció al agente que estaba en servicio de vigilancia en la puerta que «creía» que acababa de matar a su yerno, «pinchándolo en la barriga». El acusado se encuentra en prisión provisional sin fianza por esta causa desde el 14 de noviembre de 2019.

La Fiscalía considera que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato en el que concurre la atenuante analógica de confesión.

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