El progreso mundial en la reducción de las muertes de mujeres embarazadas, madres y bebés se ha estancado en los últimos años debido a la disminución de las inversiones en salud materna y neonatal, según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Este muestra que más de 4,5 millones de mujeres y bebés mueren cada año durante el embarazo, el parto o las primeras semanas después del nacimiento, lo que equivale a una muerte cada 7 segundos, en su mayoría por causas prevenibles o tratables si se cuenta con la atención adecuada.
«Las mujeres embarazadas y los recién nacidos continúan muriendo a tasas inaceptablemente altas en todo el mundo, y la pandemia de Covid-19 ha creado más contratiempos para brindarles la atención médica que necesitan», ha apuntado el director de Salud Materna, Neonatal, Infantil y Adolescente y Envejecimiento en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Anshu Banerjee.
En este sentido, ha defendido que la necesidad de más inversiones en Atención Primaria (AP) para que todas las mujeres y los bebés, sin importar dónde vivan, «tengan las mejores posibilidades de salud y supervivencia».
El informe, que lleva por nombre ‘Mejorando la salud y la supervivencia materna y neonatal y reduciendo la mortinatalidad’, evalúa los datos más recientes sobre estas muertes, que tienen factores de riesgo y causas similares, y realiza un seguimiento de la prestación de servicios de salud críticos.
En general, el progreso en la mejora de la supervivencia se ha estancado desde 2015, con alrededor de 290.000 muertes maternas cada año; 1,9 millones de mortinatos (bebés que mueren después de las 28 semanas de embarazo) y 2,3 millones de muertes de recién nacidos, que son muertes en el primer mes de vida.
INFLUENCIA DE LA PANDEMIA
La pandemia de Covid-19, el aumento de la pobreza y el empeoramiento de las crisis humanitarias han intensificado las presiones sobre los sistemas de salud sobrecargados, influyendo también en estas muertes.
Desde 2018, más de las tres cuartas partes de todos los países del África subsahariana y afectados por conflictos han informado de una disminución de la financiación para la salud materna y neonatal.
Solo 1 de cada 10 países (de más de 100 encuestados) informa tener fondos suficientes para implementar sus planes actuales. Además, según la última encuesta de la OMS sobre los impactos de la pandemia en los servicios de salud esenciales, alrededor de una cuarta parte de los países aún informan interrupciones continuas en el embarazo y la atención posnatal y los servicios vitales para niños enfermos.
«Como suele ser el caso, la vulnerabilidad, el miedo y la pérdida no se distribuyen por igual en todo el mundo», ha apuntado el director de Salud de UNICEF, Steven Lauwerier.
Tal y como explica, desde la pandemia de Covid-19, los bebés, los niños y las mujeres que ya estaban expuestos a amenazas, especialmente aquellos que viven en países frágiles y con emergencias, enfrentan las consecuencias «más graves» de la disminución del gasto y los esfuerzos para brindar atención médica de calidad y accesible.
Si bien la prematuridad es ahora la principal causa de todas las muertes de menores de cinco años en todo el mundo, menos de un tercio de los países informan de que cuentan con suficientes unidades de atención neonatal para tratar a los bebés pequeños y enfermos.
Mientras tanto, alrededor de dos tercios de las instalaciones de parto de emergencia en el África subsahariana no se consideran completamente funcionales, lo que significa que carecen de recursos esenciales como medicamentos y suministros, agua, electricidad o personal para atención las 24 horas.
En los países más afectados del África subsahariana y Asia central y meridional, las regiones con la mayor carga de muertes maternas y neonatales, menos del 60 por ciento de las mujeres reciben siquiera cuatro controles prenatales de los ocho recomendados por la OMS.
«La muerte de cualquier mujer durante el embarazo o el parto es una grave violación de sus derechos humanos», ha afirmado la directora de la División Técnica del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Julitta Onabanjo.
AMPLIAR EL ACCESO A SERVICIOS DE SALUD SEXUAL
A su juicio, este informe también refleja la necesidad urgente ampliar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva de calidad como parte de la cobertura universal de salud y la AP, especialmente en comunidades donde las tasas de mortalidad materna se han estancado o incluso aumentado durante los últimos años.
«Debemos adoptar un enfoque transformador de derechos humanos y género para abordar la mortalidad materna y neonatal, y es vital que eliminemos los factores subyacentes que dan lugar a resultados de salud materna deficientes, como las desigualdades socioeconómicas, la discriminación, la pobreza y la injusticia», ha defendido Onabanjo.
Para aumentar las tasas de supervivencia, las mujeres y los bebés deben tener atención médica asequible y de calidad antes, durante y después del parto, así como acceso a servicios de planificación familiar. Se necesitan trabajadores de la salud más calificados y motivados, especialmente matronas, junto con medicamentos y suministros esenciales, agua potable y electricidad.
INTERVENCIONES DIRIGIDAS A LAS MUJERES MÁS POBRES
Además, el informe enfatiza que las intervenciones deben dirigirse especialmente a las mujeres más pobres y aquellas en situaciones vulnerables que tienen más probabilidades de perder la atención vital, incluso a través de la planificación e inversiones subnacionales críticas.
Para la ONU, mejorar aún más la salud materna y neonatal requiere «abordar las normas, los sesgos y las desigualdades de género perjudiciales». Datos recientes muestran que solo alrededor del 60 por ciento de las mujeres de 15 a 49 años toman sus propias decisiones con respecto a la salud y los derechos sexuales y reproductivos.
Según las tendencias actuales, más de 60 países no están preparados para cumplir los objetivos de reducción de la mortalidad materna, neonatal y mortinatal de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030.